viernes, 31 de agosto de 2007

Un admirador anónimo

Ayer por la tarde al llegar a casa después del trabajo mi hija me dice:
-Mamá, te ha llamado un admirador
- ¿Un admirador? (cara alucinada) ¿qué quieres decir?
- Hace un rato ha llamado un hombre pidiendo por tí y al decirle que estabas trabajando, que yo soy tu hija y preguntarle que de parte de quién ha dicho que era un amigo tuyo y que hace años que no habláis. No he logrado que me dijera quién era.
-Ah (cara pensativa)...¿qué tipo de voz tenía?
- Grave
-¿Edad?
- (cara "qué pesadita es mi madre") de tu edad más o menos
-(Silencio por mi parte y cara de intentar adivinar quién coño podía ser)

No cada día me llaman antiguos amigos, amantes, novios que además no dicen quién son.

Y ya me véis desde ayer intentando adivinar o más bien imaginar al personaje en cuestión. Me ha venido una sola persona a la mente y puede que esté completamente equivocada porque en realidad no tengo ni la más mínima idea, pero como tengo tendencia a dejar volar la imaginación y montarme mis propias películas, ya casi he llegado a la conclusión de que sólo puede ser él. He imaginado incluso de quién ha conseguido mi teléfono y la conversación que ha tenido con la persona que se lo ha facilitado. Me he imaginado que vuelve a llamar, que es él y que quedamos para tomar algo. La historia completa. La sorpresa me la llevaré si llama y resulta que para nada es quién me he imaginado!!

Hace muuuuchos años trabajé en una agencia de viajes. Había estudiado turismo (mi familia me llamaba la turista) y estaba en una mayorista de viajes organizados, de esos de si hoy es martes esto es Bélgica pero de lujo y viajes de larga distancia. Una vez al año yo iba de guía de uno de los grupos. Gracias a este trabajo he viajado bastante: Bangkok, Hong Kong, Bali, Singapur, Japón, Egipto...de profesión viajera como hoy me ha dicho una niña de 6 años: yo, de mayor quiero ser viajera, a lo que le he contestado: ¡¡como yo!!

Me hice muy amiga de Magda, compañera de trabajo, algunos años mayor que yo. Hace ya años ella murió por una enfermedad. Magda tenía un lío con un tío de la oficina, que estaba casado pero era un ligón seductor de mucho cuidado. Como también él viajaba mucho, más que yo, tenía amantes por todos lados y durante una temporada trabajé a sus órdenes y me tocaba cubrirle las espaldas si llamaba su mujer preguntando cuándo regresaba.

Magda me pidió en varias ocasiones que saliera con ellos dos cuando tenían intención de liarse para que en el despacho nadie sospechara. Yo, que tenía 22 añitos, accedí y me acostumbré a salir con ellos dos a tomar algo, tras lo cual yo me iba a mi casa y ellos a donde les diera la gana. La cosa se complicó cuando él empezó a seducirme a mí. Yo estaba en un mal momento afectivo ya que había roto con mi novio de varios años (luego se arregló y me casé) y él me subía la moral y la autoestima como nadie. Nunca me enamoré de él, pero reconozco que me encantaba cómo me trataba... si no llega a ser por Magda a la que yo sentía que traicionaba.

Imaginaros el lío: él, casado, liándose con mujeres de medio mundo y con mi amiga; ella, soltera y necesitada de afecto, aferrándose a un tarambana como él; yo, con un novio que en aquel momento no lo era, hecha polvo, amiga de Magda y seducida por él, un tío mayor que yo, guapo, atractivo.

Estuvimos a punto de liarnos, incluso hubieron ciertos escarceos, toqueteos, caricias y besos...hasta que un día nos fuimos él y yo a escondidas de Magda a hablar y le dije que yo no quería seguir así, que él me gustaba pero que no estaba enamorada de él y mi sorpresa fue que él me dijo que él de mí sí. Me eché a reir y le recordé que sabía de tooodas sus aventuras y que por qué me iba a creer que de las otras no y de mí, sí. Me contestó que no era ni la más guapa ni quizás la más inteligente de las mujeres que había conocido, pero que tenía algo especial que no sabía definir que le enganchaba de mí, aparte de no caer rendida a sus pies como lo hacían las demás.

La misma tarde hablé con Magda y se lo conté todo. Nos sentimo más unidas que nunca y supimos que un hombre no iba a conseguir enemistarnos. Ella siguió viéndolo a él cuando le apetecía y al poco tiempo yo volví con mi novio. Tuve una última conversación con él, cuando le anuncié, pues eso, que volvía con Alberto. Y ese día me sorprendió aún más: me dijo que él me veía al día más horas que Alberto y que haría todo lo posible porque yo me enamorara de él y que si eso no ocurría, pasaran los años que pasaran, él siempre estaría dispuesto para mí. Dejé mi trabajo en la agencia un par de años después, ya casada y a punto de tener a mi hija.

No lo he vuelto a ver desde entonces, han pasado muchos años, y curiosamente siempre me he sentido unida a él por un extraño vínculo. Puede que sea narcisismo por mi parte, pero siempre he creído que fue sincero cuando me dijo que estaba enamorado de mí.

Y es él el que me ha venido a la mente cuando mi hija me ha dicho lo de la llamada. Tenemos un amigo en común con el que tengo cierto contacto y que un día me dijo que de vez en cuando hablaba con él.

Si algún día descubro quién es ese admirador secreto.... os lo cuento!!!

jueves, 30 de agosto de 2007

Vivir sin esfuerzo

Recibo este texto de KRISHNAMURTI. Me llama la atención, no solo porque Krishnamurti es uno de mis autores favoritos sino porque lo que dice es muy cercano a la Gestalt, la terapia que yo practico. Y es que la gestalt ha dejado de ser para mí una simple terapia para convertirse en un modo de vida. Krishnamurti, al final, dice que la pregunta es si podemos llegar a comprender ese proceso de lucha y la respuesta es que sólo desde la observación de esa lucha, sin querer alterar nada, espontáneamente cesa.

Es el "darse cuenta" de la gestalt, la actitud del observador interno, neutral, sin juicio y sin querer cambiar nada, desde la aceptación, lo que produce la transformación. Sostener las sensaciones desagradables que podamos sentir en nuestro interior, el miedo, la inseguridad, la angustia, la rabia, la tristeza, simplemente observándolas. Poco a poco, irán menguando y desapareciendo. Es un proceso que requiere su tiempo, ya que los patrones de conducta neuróticos están muy arraigados en nosotros y actúan desde la sombra, desde la inconsciencia. Al observarlos, lo único que hacemos es poner consciencia y por lo tanto sacarlos a la luz para trascenderlos. Al principio cuesta un poco y a medida que nos acostumbramos a practicar la atención, se convierte en un hábito, en una actitud vital y las sensaciones van disminuyendo en intensidad. Así, podremos ir cambiando la tendencia de nuestras actitudes neuróticas que son las que nos producen sufrimiento.

Ya me lo dice mi terapeuta: Ana, no te fíes de nada que te suponga un esfuerzo. Y gracias a esta frase, he aprendido a ser menos exigente conmigo misma y en consecuencia con los demás. Voy aprendiendo a descansar en paz.... jeje.....

Os dejo con el texto de Krishnamurti:

¿Alguna vez se han preguntado por qué, a medida que la gente envejece, parece perder toda la alegría de vivir? Al presente casi todos ustedes, los jóvenes, son bastante felices; tienen sus pequeños problemas, están los exámenes que los inquietan, pero a pesar de estas preocupaciones hay en la vida de ustedes cierta alegría, ¿no es así? Existe una espontánea, fácil aceptación de la vida, un mirar las cosas jovial y dichosamente. ¿Y por qué, a medida que envejecemos, parecemos perder esa jubilosa insinuación de algo que está más allá, algo de mayor significación? ¿Por qué tantos de nosotros, cuando llegamos a la llamada madurez, nos volvemos torpes, insensibles a la alegría, a la belleza, a los cielos abiertos y a la tierra maravillosa?

¿Saben?, cuando uno se formula esta pregunta, son muchas las explicaciones que acuden a la mente. Una explicación es que estamos muy ocupados con nosotros mismos. Luchamos para llegar a ser “alguien”, para alcanzar y mantener cierta posición; tenemos hijos y otras responsabilidades, y tenemos que ganarnos la subsistencia. Todas estas cosas externas pronto nos abruman y, en consecuencia, perdemos la alegría de vivir. Miren los rostros más viejos que los rodean, vean qué tristes son casi todos, qué llenos de ansiedad y más bien enfermos se los ve, qué retraídos, solitarios y a veces neuróticos, sin una sola sonrisa... ¿No se preguntan por qué? Y aun cuando sí se lo preguntan, casi todos parecen satisfacerse con meras explicaciones.

Ayer en la tarde vi una embarcación que navegaba río arriba a toda vela, llevada por el viento del Oeste. Era un bote grande, cargado con leña para la ciudad. El sol se estaba poniendo, y este bote recortado contra el cielo era asombrosamente bello. El botero sólo lo guiaba, no había ningún esfuerzo porque el viento hacía todo el trabajo. De igual manera, si cada uno de nosotros pudiera comprender el problema del esfuerzo y el conflicto, entonces creo que podríamos vivir sin esforzarnos, dichosamente, con una sonrisa en el rostro.

Pienso que es el esfuerzo lo que nos destruye, esta lucha en que gastamos casi todos los instantes de nuestra vida. Si observan a las personas mayores que los rodean, verán que para la mayoría de ellas la vida es una serie de batallas consigo mismas, con sus esposas o sus maridos, con sus vecinos, con la sociedad; y esta lucha incesante disipa la energía. El hombre que conoce la alegría, que es realmente feliz, no está preso en el esfuerzo. Vivir sin esfuerzo no significa que uno tenga que vegetar, que tenga que ser torpe, necio; por el contrario, sólo el hombre sabio, extraordinariamente inteligente, está en verdad libre del esfuerzo, de la lucha.

Pero ya ven, cuando oímos hablar de vivir sin esfuerzo, deseamos ser así, queremos alcanzar un estado en el cual no tendremos lucha ni conflicto; de modo que hacemos de eso nuestra meta, nuestro ideal y nos esforzamos por lograrlo; y tan pronto hacemos esto, hemos perdido la alegría de vivir. Estamos nuevamente atrapados en el esfuerzo, en la lucha. El objeto de la lucha varía, pero toda lucha es esencialmente lo mismo. Uno puede luchar para producir reformas sociales, o para encontrar a Dios, o para crear una relación mejor entre uno mismo y su esposa o marido, o con su vecino; uno puede sentarse a la orilla del Ganges, adorar a los pies de algún gurú, etcétera. Todo esto es esfuerzo, lucha. Lo importante, pues, no es el objeto de la lucha, sino comprender la lucha misma.

Ahora bien, ¿es posible que la mente no sólo advierta de manera casual que por el momento no está luchando, sino que esté por completo libre de la lucha durante todo el tiempo, de modo que descubra un estado de felicidad en que no existe el sentido de lo superior y lo inferior?

Nuestra dificultad estriba en que la mente se siente inferior, y por eso lucha para ser o llegar a ser algo, o para tender un puente sobre sus múltiples deseos contradictorios. Pero no nos entreguemos a explicaciones de por qué la mente está llena de luchas. Todo hombre que piensa sabe por qué existe la lucha tanto interna como externamente. Nuestra envidia, nuestra codicia, nuestra ambición, nuestro afán competitivo que conduce a una eficiencia despiadada, éstos son, obviamente, los factores que originan nuestra lucha, ya sea en este mundo o en el mundo del futuro. Por lo tanto, no tenemos que estudiar libros de psicología para saber por qué luchamos; y lo esencial, sin duda, es descubrir si la mente puede estar por completo libre de la lucha.

Después de todo, el conflicto es entre lo que somos y lo que deberíamos ser o quisiéramos ser. Pues bien, sin dar explicaciones, ¿puede uno comprender todo este proceso de lucha para que llegue a su fin? Como ese bote que se estaba moviendo con el viento, ¿puede la mente dejar de luchar? Por cierto que ésta es la pregunta, y no cómo alcanzar un estado en que no haya lucha. El esfuerzo mismo de alcanzar tal estado, es un proceso de lucha y, por lo tanto, ese estado nunca se alcanza. Pero si observamos de instante en instante cómo la mente queda atrapada en una lucha perpetua ‑si sólo observamos el hecho sin tratar de alterarlo, sin tratar de forzar en la mente cierto estado al que llamamos “paz”- entonces descubriremos que, con total espontaneidad, la mente cesa de luchar; y en ese estado puede aprender enormemente. Entonces el aprender no es meramente el proceso de reunir información, sino el descubrimiento de las extraordinarias riquezas que se encuentran más allá del alcance de la mente; y para la mente que hace este descubrimiento hay felicidad.

Krishnamurti

martes, 28 de agosto de 2007

VIAJE A MARRUECOS 5


Embalse 9 de Abril

Plaza de Xauen



Aprovecho esta tarde que mi jefa me ha dado fiesta (sé que me va a leer porque me lo ha dicho: Ana, así aprovechas y escribes el siguiente capítulo del viaje), pues eso, para escribir el quinto día en Marruecos. Y es que Isa, mi compañera de viaje, es también mi jefa. La he animado a que deje algún comentario, pues ella es co-protagonista de todo lo que escribo y bien es sabido que un viaje o cualquier experiencia es diferente para cada uno aunque las circunstancias sean las mismas, por lo que su aportación no hará más que enriquecer mi relato con sus propias vivencias.

El quinto día nos levantamos temprano. Nos esperaba la excursión a Xauen, a 150 Kms de Asilah. Quedamos a las 7.30 de la mañana con nuestro taxista habitual, Arabi, el mismo que nos vino a buscar al puerto de Tánger a nuestra llegada a Marruecos, en la misma puerta de la medina en que nos dejó el primer día. A las 7 ya estábamos allí y aprovechamos para desayunar algo en una de las cafeterías, que ya estaban abiertas.

Una vez en el taxi, maneta de la ventanilla controlada y nos ponemos en marcha. A los pocos kilómetros de ruta aparece ante nuestros ojos un embalse rodeado de naturaleza. Paramos a hacer fotos y seguimos la ruta. Poco a poco nos fuimos adentrando en el país, alejándonos del mar, hacia el interior. Pasamos Tetuán y empezamos a subir por una carretera de curvas hasta llegar a Xauen.

Xauen
Xauen es una población en la montaña, con abetos incluidos. Tiene su medina, como Asilah, encaramada en la ladera por lo que sus calles son empinadas y con muchas escaleras que salvan los desniveles en los que está construida. La máxima característica de Xauen es que es azul, con muchos tonos, predominando el añil. Al llegar, dejamos el taxi y entramos en la medina, callejuelas que subían, estrechas y llenas de tiendas de todo tipo. Desembocamos en una plaza con un inmenso abeto en el centro. Nos fuimos los tres directos a una cafetería. El trayecto había durado unas 3 horas y necesitábamos un café urgentemente. Allí nos pusimos de acuerdo con Arabi: él nos acompañaba primero hasta un lavadero público, seguíamos nosotras por nuestra cuenta, paseando por la medina y al acabar lo llamábamos por teléfono. Mientras, él se enteraría de una dirección a la que Isa y yo teníamos que acudir...y esa es una de las anécdotas más curiosas de nuestro viaje:

Xauen
Cuando le dijimos a Ana, nuestra anfitriona, que queríamos ir a Xauen porque nos habían dicho que era muy bonito y porque era una de las poblaciones cercanas a Asilah más interesantes, nos dijo que según el día que fuéramos, nos acompañaría, pues tenía unos recados que hacer allí. Decidimos ir el martes y finalmente Ana no pudo ir con nosotras. Y nos hizo un encargo: recientemente le había escrito por correo electrónico un hombre español que también había abierto un hotelito, en Xauen. Le interesaba compartir experiencias e intercambiar impresiones, incluso llegar a ayudarse mutuamente y enviarse clientes el uno al otro. De momento, él no tenía mucha clientela y parecía algo desanimado, según nos dijo Ana. Nos pedía que lo fuéramos a ver nosotras, ya que ella no podía porque, además.....él había sabido de la existencia de Ana y Dar Manara a través de un blog que había encontrado navegando por la red. Lo que más le había impactado y lo que le decidió a escribir a Ana fue el cariño con el que la persona autora del blog hablaba de Ana.
¿Adivináis de quién era el blog? Pues sí, era el mío, este blog, A través del velo!!!
Era como cerrar un círculo y yo estaba completamente decidida a conocer a Marcos y completar la historia, por lo que a mí respecta.

Así que Isa y yo nos paseamos durante horas por Xauen, hicimos muchas fotos y disfrutamos como enanas de la bella medina. Hicimos algunas compras, entre ellas mis adoradas piedras: rosas del desierto y otras especies. Paramos para comer y nos encontramos con Arabi que nos indicó la ubicación de Dar Hannan, el hotel de Marcos. Entramos y conocimos a Marcos. Nos enseñó la casa, una bellísima construcción que tuvo que reformar por completo. Nos contó ciertas anécdotas de la compra y reforma de Dar Hannan, como que encontró unos papeles antiguos dentro de una pared o la dificultad de trabajar con personas de otra cultura que tienen un concepto completamente diferente del nuestro.

Lavadero de Xauen El butanero
Dar Hannan tiene 5 habitaciones, amplias, espaciosas, luminosas, cada una de ellas con su baño incorporado, mezcla de tradición y modernidad. Lo más espectacular de la casa, desde mi punto de vista, es una increíble y maravillosa terraza en lo alto con unas vistas alucinantes. Os dejo el link para que lo veáis por vosotros mismos:http://www.darhannan.com/

Estuvimos más de dos horas charlando con Marcos, le contamos la "casualidad": el blog por el que había contactado a Ana de Dar Manara era el mío. Tanto Isa como yo nos sentimos muy a gusto en su compañía y si algún día volvemos a Marruecos (que lo haremos, al menos yo!!) nos apuntamos a unos días en Xauen en casa de Marcos.

Desde la terraza de Dar Hannan

Y ya... se hacía tarde, Arabi nos esperaba en la plaza y si había tiempo, nos queríamos parar en Tetuán para visitar un poco. No fue posible, la noche se nos echaba encima y nos daba el tiempo justo de llegar a Asilah para cenar. Así lo hicimos. Ana nos esperaba y decidimos irnos a cenar las tres juntas para contarle nuestra jornada. Como no, lo hicimos en el restaurante de su amigo marroquí, el mismo al que habíamos ido prácticamente cada día. La conversación fue muy animada y así terminó nuestro quinto día....Isa y yo nos derrumbamos en nuestras respectivas camas, cansadas y contentas y sintiendo que ya...el siguiente sería el último día completo en Asilah y en Marruecos.


Isa, Ana y Ana

Fin del quinto día.

viernes, 24 de agosto de 2007

PREMIOS "BLOG SOLIDARIO"

Estoy emocionada y agradecida. Monika MDQ me concede uno de sus premios "Blog Solidario" y lo que dice para habérmelo concedido me ha calado hondo. Gracias de todo corazón Monika.

Me toca nombrar a mis premiados. Se supone que tienen que ser 7 y van a ser menos.

De la Mediterrànea a l'Atlántic: Viguetana, hace poquito que nos conocemos y me llegas profundamente. Te siento valiente y comprometida contigo misma y eso es algo que valoro mucho. http://viguetans.blogspot.com/

Kitt: nuestras mutuas visitas son escasas: el paradigma de calidad versus cantidad. Cada vez que me dejas un comentario das en el clavo y algunas de tus entradas me llegan al alma.
http://kittlab.blogspot.com/

Laberinto de arcanos: una desconocida que, con sus inmensos conocimientos astrológicos, me ayuda a alumbrar mi camino. Gracias. http://laberintodearcanos.blogspot.com/

La fuente vital: el compromiso con uno de los elementos imprescindibles y que empiezan a escasear en nuestro planeta, el agua, con una información profunda y científica.
http://lafuentevital.blogspot.com/

¿Quién ha cogido mis canicas?: Tootels, que ya te vale de vacaciones, que te encuentro a faltar porque el cariño y la ternura que desprendes me ayudan a ser mejor persona y a disfrutar de la vida. http://tootels.blogspot.com/

Un abrazo a todos

sábado, 18 de agosto de 2007

Acompañamiento

Hace un tiempo un amigo mío hizo este corto sobre acompañamiento a la muerte.Colaboré con él.
Hoy, buscando vídeos sobre el tema en You Tube para colgarlos en el blog, sólo he encontrado el nuestro.

El acompañamiento a enfermos terminales es, para mí, el paradigma de la acción de ayuda sin expectativa, ya que el resultado es ya conocido: la muerte.

Se trata "tan sólo" de estar al lado del enfermo, a menudo en silencio, en un acto de entrega total, tal como lo es la misma muerte.

Parece fácil y no lo es. Necesitamos hacer algo por la persona enferma, movernos, tomarle de la mano, lavarlo, peinarlo, hablarle... algo. Y no. No se trata de eso, sino de estar a su total disposición.

Las personas en estado terminal necesitan un ambiente de calma y sosiego; una atención total por parte del acompañante para detectar sus necesidades aún sin hablar y sin apenas poder moverse. A ratos necesitarán contacto físico y en otros momentos les supondrá una invasión de su proceso de desapego de la vida.

¿Cómo podemos saberlo nosotros? Como decía, estando muy atentos y dejándonos llevar por la intuición, sabremos qué hacer en cada momento.

Es importante ser conscientes de si lo que hacemos es por necesidad propia o por real interés del enfermo. Tomarle la mano sin más es nuestra necesidad, no la suya.

El vídeo muestra un acompañamiento basado en el Libro tibetano de los muertos. La mujer lee una lectura para ayudar al enfermo a encontrar la luz y así no quedar atrapado en el laberinto.

La lectura de textos afines a la persona moribunda le ayudará a serenarse ante uno de los momentos más importantes de su vida, el de la muerte, que suele causar miedo y muchas resistencias.

Es necesario respetar sus creencias y gustos y sólo ofrecerle lectura que le alivie y le proporcione paz.

El acompañamiento a enfermos terminales es una buena manera de confrontar nuestra propia muerte.

Que me palpen de armas

Creo que no necesita más palabras....

IMÁGENES











viernes, 17 de agosto de 2007

Y ahora.....

Hago un alto en el relato de mi viaje y comento otras cosillas:

1.Varios miembros de la blogosfera que suelo leer se van de vacaciones. Aprovecharé para investigar y leer a otros y así ampliar mis lecturas y mis contactos blogueros.

2. Aún estoy integrando, pokito a poko, algunos de los descubrimientos que hice durante las vacaciones sobre mí misma y mis mecanismos neuróticos. Paso por diferentes momentos, yéndome de una polaridad a otra, en busca del ekilibrio.

3. La frase: "no es cuestión de buscar, sino de encontrar" consigue centrarme cada vez que estoy más pallá que pacá. Aunque la había oído cientos de veces, este verano la he entendido desde las tripas. Cuando busco, y más si busco sin saber qué busco (esto ya es el colmo de la búsqueda) estoy intentando que algo externo a mí me solucione algo que no me veo capaz de solucionar yo misma, de llenar un vacío que sólo yo, con mi "presencia" en mi espacio interior, puedo llenar, ocupar. Encuentro cuando tengo la intención de encontrar, y no la expectativa. La expectativa limita mis posibilidades de encontrar. Soltar esa expectativa, soltar el control de la búsqueda y dejar que lo que tenga que llegar a mi vida tenga espacio para entrar.

4. Mi ubicación en el mundo tiene que ver con el sentido de pertenencia al grupo humano y más específicamente a mi saga familiar, que si me remonto genealógicamente por todas las ramas de mis antepasados, probablemente llegaré a la conclusión de que estoy emparentada con todos vosotros y con el resto de la humanidad. Cuando las filosofías espirituales dicen que todos somos hermanos, no van del todo desencaminados. En todo caso, soy el resultado de la unión de muchos personas a lo largo de la historia y eso me ayuda a sentir que tengo un lugar y cuál es ese lugar. No es un sitio concreto, es, como decía, un espacio interno, un sentido de pertenencia.

5. Estoy metida de lleno en la lectura de la teoría de la Gestalt, la formación terapéutica que acabo este año. En septiembre tengo que presentar un trabajo. A lo largo de los años de formación y especialmente en primer curso, nos dieron mucha teoría, y como la Gestalt es una terapia existencialista y fenomenológica, se basa en la propia experiencia, con todos los sentidos, de forma holística, más que en técnicas y conceptos teóricos. La formación consiste en dinámicas grupales experienciales y ahora, volviendo a leer la teoría, la entiendo muchísimo mejor que cuando nos la dieron en primer curso y la estoy disfrutando. Compruebo que los años de formación y terapia que llevo encima han servido para mucho.

6. Parece que es época de resurgimiento y revisión de antiguas relaciones que no cerré adecuadamente. Creo firmemente en que la vida nos presenta y una otra vez la oportunidad de romper con patrones de conducta muy arraigados en nosotros, de revisar nuestras actitudes y errores, nuestros bloqueos, para rectificar la tendencia de nuestros mecanismos neuróticos, tener una mirada introspectiva y descubrir algunas de nuestras sombras, proyectadas en los demás; hacer un acto de humildad y reconocer mi parte de responsabilidad en los conflictos que tengo con los demás y la total responsabilidad sobre mí misma y mi vida.

7. Me he dado cuenta de que pongo muchos obstáculos, muchas barreras y mucha protección ante el amor, a pesar de haberme pasado años creyendo todo lo contrario. He descubierto el placer de descansar en mí misma en vez de luchar conmigo misma; de quererme en vez de despreciarme; de mostrarme con toda mi fragilidad en vez de aparentar una dureza que me aísla. Sé que he sido una gran manipuladora, de forma inconsciente, y ahora eso ya no es excusa porque me he dado cuenta. Por todo lo que mi consciencia me permita, se acabó la manipulación.

8. Se acaban mis días de soledad deseada. El domingo llegan mis hijos de vacaciones. Tengo muchas ganas de verlos y de tenerlos cerca de mí, de cuidarlos, de compartir con ellos. Sé que, en algunos momentos, añoraré la libertad de estar sola, de tener el ordenador solo para mí y de pasearme en bragas por el piso. Nada es perfecto.....

VIAJE A MARRUECOS 4

El cuarto día me desperté muy temprano. Subí a fumarme un cigarrillo a la haima, sin haber comido nada, lo cual no es habitual en mí, más que nada porque normalmente lo primero que hago al levantarme es tomarme un café fumando el primer cigarro del día. Me tumbé entre los cojines y saboreé el silencio y la soledad, el día claro e incipiente, la ausencia de ruidos en la medina y en la casa. Todo el mundo dormía mientras yo respiraba todo eso. Sentí la necesidad de pasearme por las calles vacías de gente y de tiendas, ver otra Asilah, la Asilah dormida, la Asilah desierta. Salí y fui recorriendo las callejuelas hasta llegar a la puerta que me llevaba directamente al extramuros, a la avenida repleta de cafeterías, ignorando su habría alguna abierta. Mi sorpresa fue que, una vez fuera de la medina, se rompió el silencio y me invadió el bullicio del mercado, de los bares, de la gente. Había traspasado algo más que una puerta. Aquello era otro mundo. Paseé un rato por ahí y regresé al interior de la medina, con la sensación de haber vuelto al útero materno, protector, seguro, sereno, tras una incursión al mundo exterior.





Salí por otra puerta que nunca había visto y me encontré en la playa. Vi un chiringuito aparentemente abierto y pensé: guay! algo me podré tomar. Al acercarme al mostrador me di cuenta de que un hombre dormía encima de una nevera para bebidas. No, no estaba abierto.

Me senté en la finísima arena, miré el mar, escuché su susurro, cerré los ojos. De vez en cuando los abría para poder ver el océano. Me encanta el mar y necesito verlo, mirarlo, sentirlo.

Descalza, me acerqué al agua, caminé por la orilla, sintiendo la firmeza de la arena apelmazada bajo mis pies y las olas acercarse y alejarse jugando a mojarme o a no hacerlo.





Regresé a Dar Manara para desayunar.

Era un buen día para ir a la playa. Esperamos a que Said acabara de recoger todo lo del desayuno y nos fuimos con él a la playa de La Paloma, a media hora en carro de burro de Asilah, donde él tiene uno de los chiringos. Además de ser mucho más bonita que la de Asilah, había mucha menos gente. Nos dijeron que valía la pena que fuéramos.

Said llamó a un conocido suyo que tenía carro y nos subimos los tres, camino de la playa.




El trayecto fue... ¿cómo diría?... salteado. Nos teníamos que agarrar fuertemente a los bordes del carro para no salir despedidas en cualquier momento. Poco a poco fuimos encontrando el equilibrio entre tanto salto y saltito, cuando no arrancaba inesperadamente al galope y nos sorprendía despistadas admirando el paisaje. Hicimos varias paradas en las cuales Said compraba huevos y otros alimentos para su chiringo. Incluso tuvimos un pequeño incendio cuando empezó a salir humo del cartón de los huevos, suponemos que por una espurna del cigarrillo de nuestro chófer.

Atravesamos una zona con una especie de poblado de barracas. Said nos explicó que ahí vivía gente que había llegado, en su momento, de otras zonas de Marruecos y, al no tener vivienda, habían ido construyendo barracas. Actualmente la mayoría de esta gente trabaja y siguen viviendo ahí. El gobierno marroquí ha construido nuevas viviendas para alojarlos y derribar el poblado.




Hicimos parte del trayecto por carretera, los coches adelantándonos veloces, hasta que nos desviamos por un camino, ya en dirección directa al mar.

Finalmente llegamos a la recta final de nuestro trayecto y nos encontramos ante una vista maravillosa: la playa de La Paloma o de Las Cuevas como acostumbran a llamarla, la playa donde descansaríamos todo el día, entre sol y baños.


Una vez en la playa, Said nos instaló en unas tumbonas con parasol y mesita para cenicero y bebidas incluidos. Como buenas mediterráneas, no estamos acostumbradas a la gran distancia que hay para llegar hasta el agua.



Con camellos incluidos:

La gente se concentraba donde estaban los chiringos de comidas y bebidas, sin ningún tipo de aglomeración. El resto de la playa estaba prácticamente desierto.

Tomamos el sol y nos bañamos. Había un "vigilante de la playa" con un silbato y no dudaba en ejercer su autoridad cuando alguien se alejaba más de la cuenta. Las corrientes ahí son muy fuertes y yo misma pude comprobar lo difícil que era volver a la orilla en una ocasión que quise adentrarme para conseguir alcanzar la zona sin olas y poder nadar. Recibí un severo "pitido" que me hizo regresar ipso facto. Me di cuenta de que sirve de poco ser una buena nadadora cuando la fuerza del mar se hace sentir de aquella manera. En nuestro pequeño y cerrado Mediterráneo eso no ocurre!!

Disfruté como una chiquilla haciendo surf con mi cuerpo y las olas. Me hubiera quedado horas haciéndolo y el tiempo pasó volando. Comimos en el chiringo de Said un tajine de pescado, buenísimo, y sin darnos cuenta ya eran las 6 de la tarde, la hora en que habíamos quedado con el conductor del carro para regresar. Lástima, nos perdíamos la puesta de sol en esta maravillosa playa.... buena rázón para TENER que regresar a Marruecos en otra ocasión....


El camino de vuelta fue más rápido que el de ida. Al parecer nuestro chófer tenía prisa. Incluso adelantamos a un coche!!! Vaya velocidad!

Al llegar a Asilah decidimos que, si aún estaba abierto, era un buen día para ir al hammam y para allí nos fuimos. El hammam en Marruecos está dividido: uno para los hombres y otro para las mujeres. Cuesta sólo 1 euro y 3,5 más si se quiere un masaje. Entramos y nos encontramos en una sala con bancos y mujeres medio desnudas tumbadas en los bancos descansando. Había un mostrador y detrás unos casilleros, todo ello atendido por una mujer. Una vez allí, no sabíamos qué teníamos que hacer. Nos vieron tan perdidas que nos indicaron con gestos que nos sacáramos la ropa y nos quedamos en bragas... otra vez sin saber qué hacer. Nos indican una puerta, la traspasamos y nos encontramos en una sala llena de vapor, calor y mujeres en bragas. Era un recinto abaldosado en gris, todo él, las paredes y el suelo. Una pequeña entrada y a continuación tres grandes salas abovedadas. A medida que te adentras en cada una de las salas, hace más calor.

Seguíamos sin saber qué hacer. Las mujeres nos indicaron que necesitábamos un cubo, que teníamos que coger al pie del mostrador de la entrada. Volvimos a salir y nos adueñamos cada una de uno y volvimos a entrar. Una de las mujeres se puso a reir, diciéndonos que necesitábamos al menos dos cada una, pero sin muchas contemplaciones nos hizo entrar en la primera sala, tiró agua en un espacio vacío contra la pared y nos dijo que nos sentáramos. Llenó 4 cubos con agua de unos grifos situados en la pared mientras otra mujer se acercó a mí con una bolsa de plástico transparente. En su interior había una sustancia negra que luego supe que era un jabón muy oleoso, con el que primero me lavaron de pies a cabeza, frotándome con vigor y al mismo tiempo con mucha ternura. Al hacerlo no se andaba con rodeos y sus pechos rozaban partes de mi cuerpo al inclinarse ella hacia mí y lavar a fondo todos los rincones de mi piel.

Me lavó la cabeza con champú. Al acabar, cogió un guante de baño y me hizo un peeling desde la coronilla a la punta de los pies, mientras otra de ellas empezaba a enjabonar a Isa. Me salieron unos churretones de piel muerta que aún alucino. Nos enjuagaban a base de cubos de agua que nos tiraban por encima sin miramientos. Les debíamos hacer mucha gracia porque se reían y nosotras con ellas. Con Isa decíamos que desde que éramos pequeñas, nadie nos había vuelto a lavar de aquella manera. Era precioso y muy agradable sentirnos cuidadas por aquellas mujeres. Luego vino el masaje y para finalizar nos llevaron a la última sala, la de más calor y nos mojaron con agua caliente y fría alternativamente, siempre a golpe de cubos.

Isa se asustó un poco cuando vió como me frotaban la piel con la manopla ya que ella estaba roja como una gamba del sol. Las dos nos esforzamos por hacerles entender que no le hicieran el peeling, ya que la deshollarían viva. Sonrieron amablemente, parecieron entender perfectamente, lo cual no les impidió frotarla vigorosamente, pasando de nuestros comentarios. Teníamos la sensación de que pensaban: míralas!! muy occidentales y aparentemente fuertes e independientes y se asustan con un pequeño frotamiento de piel!!

Mientras nos cuidaban, nos preguntaron si teníamos hijos y nos decían ellas cuántos tenían. Establecimos una pequeña comunicación, se creó un vínculo, más a base de silencios que de palabras... la complicidad de las mujeres en un lugar de mujeres donde se cuidan mutuamente. Cuando salimos y nos vestimos, nuestras dos cuidadoras nos regalaron con una gran y dulce sonrisa y una ternura que nos ablandó, si cabe, más que todo lo que nos habían hecho corporalmente.

No pudimos hacer fotos. Las únicas que tenemos son las que registraron nuestros ojos, nuestra piel, nuestros sentidos y nuestras emociones y esas... sólo las puedo intentar transmitir con palabras y... no es fácil.

Es curioso como tenemos una imagen de la mujer marroquí más bien reprimida. En el hammam, la mujer marroquí es mucho más abierta y sin tabús que nosotras, las occidentales. Para ellas es primordial el contacto piel con piel y son mucho menos rígidas que nosotras. Se nota que están en su salsa y que disfrutan de estar juntas. Gozan de su cuerpo, sea como sea y están orgullosas de sus formas. Quizás me equivoque, pero creo que aceptan de buen grado su papel de cuidadoras de los hombres en sus familias y tienen mucho mejor asumida la maternidad y toda la feminidad que nosotras. Claro que hay una evolución en pos de su independencia y realización que se está desarrollando, pero quizás perderán esa capacidad de acogimiento, de abrazo, de cuidado, de ternura y de naturalidad que ahora las caracteriza y que, en buena parte, creo que la mujer occidental ha perdido al asumir un rol profesional. Ojalá se pueda llegar algún día a compaginar ambas funciones; ojalá la mujer occidental recuperara toda esa ternura tan femenina que ellas poseen, sin perder los derechos que ha conseguido.

Y de vuelta a Dar Manara, relajadas, felices, cansadas y sintiéndonos mimadas. Aquel día decidimos no cenar. Una sesión de haima, que no habíamos pisado en todo el día, y a dormir. El siguiente día iba a ser cansado: nos levantábamos temprano para hacer la única excursión a otra ciudad de Marruecos de toda nuestra estancia: Xauen.

Fin del cuarto día.

miércoles, 15 de agosto de 2007

VIAJE A MARRUECOS 3


Ahora iba a empezar a escribir sobre el tercer día de viaje y estaba despistada, descontada en el tema días, no me cuadraban mis cuentas y ya! ya sé lo que me ha pasado. En mi estancia en Marruecos, no conté con el primer día que fue casi todo de viaje y lo que yo contaba como segundo día es en realidad el tercero, es decir el que os voy a relatar.

De la misma manera que el anterior, nos levantamos y disfrutamos del excelente desayuno de Dar Manara que ya conocéis. Decdimos que ya era hora de movernos un poco (sólo un poco) y conocer a fondo la ciudad que nos acogía... bueno, en realidad la medina, ya que el exterior tiene poco interés,y empezar a curiosear en las tiendas, para hacernos una idea de si había alguna cosa que nos gustaría comprar y ver qué tipo de regalitos podíamos llevar a nuestros seres queridos y amigos.
No sé si he comentado alguna vez que me gustan, me apasionan las piedras, los minerales, las gemas. Sabía que en Marruecos podría tener la oportunidad de encontrar ya que hay mucha riqueza mineral, pero también sabía que abundan mucho más en el sur del país que en el norte. Sería cuestión de ver si alguna tienda vendía algo de interés. Si así era, ¡¡ya me veía con la maleta con exceso de equipaje llena de piedras!! Mi madre se desesperaba cuando yo era niña porque llenaba mi habitación con piedras bonitas que encontraba en la montaña y no le permitía tirar ninguna. Para mí son tesoros que la naturaleza crea, de una belleza extraordinaria, y que nos regala, fruto de sus entrañas. Hace unos años descubrí que, además, tienen propiedades terapéuticas. La bomba!! Sólo les faltaba eso para acabar de robarme el corazón!!



Volviendo al viaje: salimos de Dar Manara recorrimos todos los rincones de Asilah. El lugar es precioso, con una fuerte influencia de Al Andalus, calles blancas y azules, arcos, puertas, plantas y flores, la muralla, la playa, las celosías...todo invita a la tranquilidad, al sosiego.


Me sorprendió la limpieza de sus calles. Cada mañana pasan unos hombres con un carro y una escoba de esas hechas con finas ramas de árboles que barren y dejan Asilah impoluta:





La medina vista desde la playa es una auténtica maravilla:




Al mediodía volvimos a comer en el mismo restaurante que el día anterior, el marroquí amigo de Ana, nuestra anfitriona. En esta ocasión, sardinas, que allí, como en Santurce (desde Santurce a Bilbao, vengo por toda la orillaaaa......) son buenísimas. Bueno, en todo el Atlántico, me imagino.

Y.... lo adivináis?? tras tan rico ágape, se imponía una siesta... en la haima!!! Y para allí nos fuimos!! Realmente, volver a Dar Manara me daba topa la sensación de volver a casa. Paso por la habitación Rosa, cambio de ropa a más cómoda, si cabe y, cojines para qué os quiero!! Seguimos en nuestra tónica de dormitar, charlar, escribir, leer.... auténticas vacaciones, vamos!!!

Al entrar en Dar Manara, mientras Isa se iba directamente a la terraza, yo me entretuve a hablar con Ana en su despacho. No sé cómo fue, pero sé que acabé narrándole el episodio de la muerte del padre de mis hijos y las dificultades que he ido superando a partir de ese momento. Me puse a llorar y me pude dar cuenta de varias cosas:


  • Aún tengo dolor en mi interior. El recuerdo de los hechos concretos y de todo lo que ocurrió aquel día me emociona y me llena de tristeza.

  • Pude hacer una mirada retrospectiva a mi recorrido desde entonces y darme cuenta de los logros que he ido consiguiendo en mi vida ante tanta dificultad como se me presentó. Me siento orgullosa por ello.

  • Ana está ahí, cerca, a mi lado, pase lo que pase, sin tiempo ni distancia. Ella me abrazó tiernamente y me hizo sentir su PRESENCIA.

Y de ahí a la jaima, a reunirme con Isa y con el descanso.

Ana nos comentó que al día siguiente se iba su hijo, que había estado pasando unos días en la casa y que estaría encantada si los acompañábamos en la cena de despedida, esa misma noche, en la terraza. Había encargado comida típica marroquí a su amigo del restaurante. Aceptamos, evidentemente.

Tras una tarde de descanso total y absoluto, ayudamos a Ana a montar la mesa para la cena: pastela y cous-cous. La pastela es una especie de empanada gallega, con una pasta parecida al hojaldre, rellena de pollo y verduras. Buenísimo. A media cena cayeron 4 gotas de lluvia, algo insólito en esa época en Marruecos. La verdad es que no hemos pasado nada de calor y el clima nos ha acompañado a la perfección en todos y cada uno de los días de nuestra estancia. Tras la cena, sobremesa, haima y una interesantísima conversación con Ana e Isa. Ana y yo teníamos pendiente encontrarnos en algún momento para compartir una buena charla sobre nuestras vidas hasta el momento del encuentro (aunque en parte lo habíamos hecho por correo electrónico en los años en los que no nos hemos visto) y sobre temas de interés común que son los que en su momento nos hicieron descubrir la profunda conexión que tenemos. Esa noche tuvimos la oportunidad de una primera charla, compartida con Isa.
Nos fuimos a dormir. En la madrugada llovió con fuerza. Yo no me enteré. Dormía profundamente.
Fin del tercer día.


FACHADA DE DAR MANARA

martes, 14 de agosto de 2007

VIAJE A MARRUECOS 2


Al día siguiente por la mañana, segundo día del viaje, nos despertamos tras haber dormido como troncos casi doce horas.

El desayuno nos esperaba, preparado por Said, el hombre de confianza de Ana, nuestra anfitriona.


Desayuno en Dar Manara

Este es el salón comedor, con una mesa donde nos encontrábamos todos los residentes en la casa: tortitas, mini-buñuelos, tostadas, fruta fresca, mantequilla, mermelada de albaricoque, de fresa y de higos; zumo de naranja recién exprimido, café y leche.



Salón de Dar Manara

Este el salón de la casa, en la misma estancia que el comedor. En verano se utiliza poco pues se está más a gusto en la jaima de la terraza.

Tras el desayuno, Isa y yo optamos por instalarnos en la jaima. El levante seguía soplando con fuerza y casi todos decidieron ir a la playa, a pesar de no ser el día ideal. Nosotras preferimos seguir descansando. Yo me pegué una siesta de desayuno que ni os cuento, mientras Isa leía. de vez en cuando yo abría un ojo, incluso a ratos los dos y hasta llegué a escribir algunas líneas en la libreta que siempre va conmigo y donde apunto impresiones, reflexiones, sensaciones cuando me ocurren en cualquier lugar. Hice estiramientos, algo de meditación (la jaima invita a ello, con sus alfombras y cojines) además de dormir, leer y escribir.

Un poco antes del mediodía apareció en nuestro paraíso particular del terrado una pareja que se alojaba en la casa, también de Barcelona. Estuvimos charlando agradablemente y decidimos ir a comer juntos a un pequeño restaurante marroquí que ellos conocían, fuera de la medina. En Marruecos hay pocos restaurantes donde ofrezcan vino o cerveza, o sea, alcohol, pero aceptan que lo traigas de fuera e incluso te lo ponen en la nevera. Nuestros nuevos amigos llevaban ya varos días en Asilah y fueron comprar cervezas a una especie de bodega y comimos gambas, pescadilla y calamares fritos, con una ensalada marroquí (tomate, cebolla y pepino, cortado a trocitos muy pequeños).

Tras la comida, Silvia y Tony nos llevaron a un rincón del mercado donde hay un viejecito que vende frutas y verduras y que hace masajes. Lo citaron para esa misma tarde en Dar Manara para que le hiciera un masaje a Silvia.

Mercado de Asilah


Isa y yo volvimos a nuestra querida jaima. Hice una sesión de reiki a Isa y cuando estaba acabando, llegó el viejo masajista. Me quedé observando cómo le hacía el masaje a Silvia, que a ratos reía por las cosquillas que le hacía, a ratos lloraba de dolor. Si me había podido plantear contratar al viejo para otro día, desistí. No estaba yo para sufrir, ni que fuera por mi bien!!!

Silvia quedó tan hecha polvo (lo cual es normal cuando te hacen un buen masaje de estiramientos musculares) que le hice también a ella una sesión de reiki. La casa se convirtió en aquel momento en un centro terapéutico!!

Como habíamos comido tarde, decidimos no cenar. Aquella noche había espectáculo en el pueblo. Un grupo musical de Ghana tocaba el djambé en la plaza del pueblo y para allí nos fuimos. La música era genial y los hombres que la tocaban contagiaban su ritmo con el cuerpo. Y si no, ved vosotros mismos, aunque no sea lo mismo!!









Tras el concierto, dimos una vuelta por las animadas calles de Asilah, aún con las tiendas abiertas a pesar de ser más de las 11 de la noche y a dormir!!

Fin del segundo día.