lunes, 24 de marzo de 2008

Ana en Onda Cero Radio Melilla

Hace unos días recibí una llamada al móvil desde un número desconocido. Al contestar, me habla la voz de un hombre, diciendo que se llama Rodolfo Ramos, psicólogo clínico. Tiene un programa de radio en Onda Cero Radio Melilla (Melilla!!!) sobre la intervención en situaciones de crisis. Cada semana entrevistan a algún profesional que trate ese tema desde diferentes técnicas y puntos de vista. Navegando por Internet encontró mi blog profesional (que tengo bastante abandonado, por cierto). Me propone entrevistarme ese mismo día, vía telefónica, para que explique como trabajo los procesos de duelo con la Gestalt y con las terapias que asocio: Reiki y Flores de Bach básicamente, ya que lo desconoce por completo y cree muy interesante conocer otras formas de abordar el tema de las que habitualmente hablan e el programa.

Os dejo el link del blog del programa. Mi entrevista es la nº 13:

http://intervencionencrisis.spaces.live.com/

domingo, 16 de marzo de 2008

Adiós amor, adiós



El fin de semana pasada cerré un importantísimo capítulo de mi vida, coincidiendo con los 50 años. Para poneros en antecedentes, un breve resumen de la historia:

Conocí al que fue mi marido a los 16 años y nos enamoramos como lo que éramos, adolescentes. Nos casamos años más tarde y tuvimos dos hijos. Convivimos durante 19 años como matrimonio y soñábamos con envejecer juntos. No podíamos concebir la vida el uno sin el otro. Queríamos morir juntos para no sufrir la pérdida. Nuestros hijos son fruto del amor y del deseo.
Desgraciadamente, las cosas no son siempre como planeamos y hace 9 años decidí separarme, sintiéndome muy infeliz y desgraciada en mi vida con él. Al poco tiempo él se casó otra vez y tuvo una niña que actualmente tiene 5 años. Yo no he vuelto a tener una pareja estable.
Hace dos años, en enero 2006, murió repentinamente, de un ataque al corazón, con 49 años (curioso, ya soy más vieja que él). Su mujer no tocó nada de la casa, guardando la urna con las cenizas con ella hasta que hace un año aproximadamente conoció a otro hombre con el que convive. Hace dos meses decidió deshacerse de todas las cosas de Alberto, pidió a mis hijos que se llevaran lo que quisieran. Ese día mis hijos aparecieron en casa con la urna de su padre que quedó encima de un estante del salón de mi casa.

Me quedé muy descolocada y me entró mucha angustia al ver la urna. Yo aún no la había visto y saber que el que había sido mi marido, alto, fuerte, guapo, lleno de energía y queriéndose comer el mundo, estaba ahí metido convertido en cenizas me remitió inevitablemente a la fragilidad del ser humano, a la finitud, a la impermanencia, a la inutilidad del orgullo y de la prepotencia, de creernos la ostia, para acabar metidos en una urna hechos polvo, o en un nicho, o en una tumba bajo tierra comidos por los gusanos, esos seres vivos tan insignificantes y que solemos despreciar pero que al final pueden llegar a ser el último destino de este vehículo que es nuestro cuerpo.

En definitiva, conecté con mi propia muerte, con mi vulnerabilidad y con el dolor de su desaparición.

Como ya he dicho mil veces, no creo en las casualidades y sí en las causalidades, en la energía que rige nuestras vidas aunque no nos queramos enterar. Si la dejamos actuar, las cosas se ponen en su sitio de forma natural, que muchas veces va en contra de lo que social, cultural y educativamente hemos aprendido.

Decidí observar, observarme y dejar que las cosas sucedieran. Si Alberto había vuelto a casa, aún en forma de cenizas, por algo era. A lo largo del tiempo que ha estado en casa he pasado por diferentes fases: al principio, como he dicho, angustia; luego aceptación e incluso alegría. Me explico: a pesar de haber sido yo la que me quise separar, me di cuenta de que nunca había dejado de sentirlo mi marido, él y yo seguíamos unidos más allá de las apariencias. El hecho de que ella haya rehecho su vida sentimentalmente hablando en tan poco tiempo, que yo no haya tenido ninguna otra relación y que ella se haya desembarazado de la urna hasta acabar en mi casa, me estaba diciendo algo que yo no acertaba a entender. Finalmente, hablando con un amigo, lo vi claro: Alberto estaba donde tenía que estar, todo estaba en su sitio. ¿Todo? no, todo no.

Yo esperaba que alguien tomara la decisión de hacer algo con las cenizas. Ella no. Se había auto-descartado. ¿Las hermanas de Alberto? no parecían tener ninguna intención de hacer nada y además no tenían la urna. ¿Mis hijos? Sí, yo esperaba que mis hijos tomaran la iniciativa, pero no la tomaban. Nunca me planteé tomarla yo, yo era la que se había separado por lo que me auto-excluí directamente de cualquier cosa que hiciera referencia a él, incluso del dolor. Me negaba el derecho a llorar y sentir dolor por su muerte, como si no me tocara, como si no me afectara.

Hace dos semanas empecé a sentir que las cenizas tenían que salir de casa, que me pesaba su presencia, sentía una energía bloqueada en mí, en él, en mis hijos, en todos. Me fío mucho de mis sensaciones corporales e intuitivas y me dejo llevar por ellas. Hablé con mi hija, le pregunté a qué estábamos esperando. Me di cuenta de que no había intención, ganas ni impulso para hacer nada.

Y fue cuando hablé con mi amigo. Me comentó que energéticamente me tocaba a mí, su mujer. La renuncia de su otra mujer dejaba en evidencia que Alberto había vuelto a casa, los lazos energéticos, aún en la muerte, eran un hecho. Me di cuenta de que mi juramento, en mi juventud, de amor eterno a él y él a mí, seguía vigente. Yo, su viuda, podía tomar la iniciativa de darle sepultura en la forma que él había pedido. Sentí la imperiosa necesidad de hacerlo, de dejarnos libres mutuamente para seguir nuestro camino, cada cual el suyo.

Ese mismo día anuncié "oficialmente" a mis hijos, a su otra mujer y a sus hermanas que al siguiente sábado, el día después de mi cumpleaños, nos reuniríamos los que quisiéramos en Cadaqués para lanzar la mitad de sus cenizas al mar y domingo en La Cerdanya, en un bosque con nieve, sus dos amores, el mar y la nieve, sus dos lugares, Cadaqués y Mont Louis.
Así lo hicimos. En Cadaqués hacía una tarde preciosa, con tramontana, lo cual era ideal para nuestra ceremonia. Llegamos al lugar elegido caminando, una punta rocosa a ras de agua, protegida del viento, que da a alta mar. Yo llevaba la urna. La coloqué encima de las rocas y leí un trozo del Principito. Luego abrí la urna y la ofrecí a los que estábamos presentes, dos hermanas de Alberto (las otras dos no se vieron capaces de acudir), Judit, su última mujer, mi hija y yo. Mi hijo se había quedado en cama con una febrada de 40ª y una gastroenteritis de caballo.

Su perro bañándose y gimiendo mientras él se esparcía en su amado mar

Unas margaritas de Judit, unas mimosas mías, un dibujo de una mariposa de su hijita (para que Papá vuele). Tomar sus cenizas a plenas manos y lanzarlas al mar, al viento. Lágrimas sordas, dolorosas, serenas, liberadoras. Un espacio que iba naciendo en el interior de 5 mujeres de su vida a medida que él volaba.

El regreso fue plácido, sereno. El comentario unánime: nos sentíamos mejor que antes a pesar del dolor.

Mis hijos y yo hicimos el trayecto en coche hasta la Cerdanya esa misma noche, mi hijo estirado en la parte trasera del coche, con su fiebre y sus dolores, otra forma de hacer su propio duelo.

Al día siguiente Judit se reunió con nosotros en la montaña. También estaba Johnny, el marido de mi querida Nuria, que murió en diciembre, con su urna en casa. Él la enterrará en verano, al pie de una lila que ella nunca vió en flor.

Nos dirigimos en coche hasta un pequeño valle. Desde allí subimos andando una colina hasta un bosquecito precioso, cubierto por la nieve. Judit, Johnny, mis hijos y yo, y el perro, claro.

Justo cuando nos paramos en el lugar elegido, se puso a nevar, como el día de su funeral en Barcelona. Alberto adoraba la nieve. Lanzamos el resto de sus cenizas al viento y cayeron encima del blanco manto que recubría la vegetación del bosque. La vista sobre la Cerdanya desde allí es maravillosa. Y los copos que caían se unían a sus cenizas.
Volvimos a casa, la casa que él y yo construimos, nuestro refugio en nuestras adoradas montañas. Judit se llevó los objetos que tenía ahí de cuando ellos estaban casados, mientras yo tuve que abandonarla durante 7 años. Ahora es de mis hijos y yo vuelvo a estar en casa.
Y ese fue mi fin de semana pasado, al día siguiente de mi cumpleaños. Alberto se ha ido, ahora definitivamente y yo me siento bien. Etapa cerrada.
Adiós amor, adiós.










viernes, 14 de marzo de 2008

Crónica de reina por un día

Como la vida misma, una de cal y otra de arena.

Viernes pasado, al acabar de escribir la entrada de mi cumple, me fui a celebrarlo. Había quedado con una amiga que tiene un centro de terapias para recibir una sesión de Reiki múltiple. Esa misma amiga había se había, finalmente, hecho cargo de organizar ese día para mí. La idea era, tras la sesión de reiki, ir a cenar a un restaurante. Me quedé un poco perpleja cuando me lo dijo pues yo le había dicho que me gustaría celebrarlo en un sitio privado, como su centro y encargar una cena de pica-pica, poner música y estar entre amigos con más intimidad que en un local público. Me dejé llevar, con la confianza que esa amiga mi inspira por sus dotes organizativas, entre otras cosas.

Tras la sesión de reiki, nos dirigimos unos cuantos hacia el restaurante. Se suponía que los demás irían directamente. Caminando tranquilamente por Barcelona, charlando, pasamos cerca del local de un buen amigo, un bar de copas en el que he pasado muchos buenos momentos. Inmediatamente comenté a mis amigos que me gustaría ir a saludar a Serafín. Ellos me apoyaron diciendo que incluso podíamos pedirle que nos guardara sitio para ir después de la cena. Decidida me planto delante de la puerta y veo que está a oscuras. Extrañada, miro la hora y comento que es muy raro que esté cerrado. Acerco la cara a los cristales para mirar y veo una pequeña luz roja que parpadea. Me entró miedo. ¿Qué significaba esa oscuridad y esas luces rojas? Mientras, sin que me diera tiempo a buscar la respuesta, uno de mis amigos abrió la puerta y me empujó adentro. En ese momento, se encendieron las luces y de detrás de los asientos aparecieron toooodos mis amigos, mis hijos, gritando un fuerte: FELICIDAAAAAAAAAAAAADESSSSSSSSSSS

Jope!! Vaya sorpresa!! Entre mis hijos y mis amigos se habían compinchado para elegir el mejor lugar que yo podía soñar para la fiesta y eso que ni se me pasó por la cabeza!!!

Fue muy bonito, rodeada de toda esa gente a la que quiero y que me quiere.
Mis hijos me hicieron un powerpoint, precioso y muy divertido.

Más entrada la noche apareció una caja enorme llena de regalos: mis hijos querían llegar a los 50, pero fue imposible. Me entregaron un papel con una lista numerada. Cada número correspondía a un regalo y debía seguir el orden marcado:
  1. Toma el nº 1 y empieza a explorar (abrí el regalo: una linterna)

  2. Nº 2: praparáte para observar: unos prismáticos

  3. Ponte lo que hay en el paquete nº 3, que no se te arrugue esa piel de 50 años...: unos guantes

  4. Por si tu cada vez más sensible piel se daña, aquí tienes la solución: una crema hidratante

  5. En el caso de que se acerquen demasiado, utiliza lo que hay en el nº 5 y verás como corren!! (refiriéndose a los hombres): una fusta

  6. Si quieres correr detrás suyo, mejor te pones el nº 6: un chándal
y así hasta 23 regalos. Entre ellos un super chulo reloj con cadena, de bolsillo (no me gusta llevarlos en la muñeca), un corazón de peluche que al apretarlos hace el sonido de un beso y dice: TE AMO, un diccionario de los sentimientos, collar, pulsera y anillo, dos pañuelos preciosos (suelo llevar casi siempre algún foulard, pañuelo, chal), una corona de reina, unas cartas de letras hebraicas, un kanguro de peluche con su hijito en la barriga, en fin..... tantas cosas!!!
Yo me lo iba colgando todo, poniendo todo encima de mí, divirtiéndome como una loca abriendo paquetes y siguiendo las instrucciones. Más tarde mi hija me dijo que lloraba de risa viéndome hacer el payaso y que nunca me había visto así, que era una faceta de mí desconocida para ella.
Poco a poco algunos se fueron y acabamos un pequeño grupo que nos quedamos hasta las tantas charlando y riendo, sacando cada uno una carta del tarot hebraico, que es una pasada de bonito.
Me queda pendiente ir un día a bailar desenfrenadamente. Viernes se hizo muy tarde y yo estaba muy cansada. Una llamada de mi madre, supuestamente para felicitarme, acabó en bronca y estuvo a punto de arruinarme el día. Además al día siguiente, me esperaba una ceremonia dolorosa: echar las cenizas de mi marido, cuya urna acabó en mi casa hace mes y medio tras dos años en casa de su viuda más reciente. Otras historias por contar....

Os dejo alguna foto:




Con mis dos hijos una vez abiertos todos los regalos



viernes, 7 de marzo de 2008

Hoy es el día

Hoy es el día, hoy cumplo 50 años.
Empecé a celebrarlo ayer en el trabajo en la resi. Los viernes no trabajo y quería hacerlo. Organicé un super desayuno y me encontré con la sorpresa de que mis compañeras se me habían adelantado y me esperaban todas con un super pastel con el 50 en forma de velitas y varios regalos, cada uno con su cartelito explicativo. No me esperaba para nada ni que organizaran ellas nada ni que me compraran regalos. Un masajeador para la espalda de jade, precioso y gustosísimo, un portavelas enorme de selenita y unas velitas con aroma a melón, una pasada. Ya saben ellas que me encantan las piedras.

Más tarde, mi jefa personalmente me regaló un libro de poemas de una escritora catalana, María Mercè Marçal, que se llama "Bruixa de dol" o sea, Bruja de duelo....que ni pintao para mí!!! y un colgante en forma ovalada, de plata, que es una cajita. Dentro me puso una foto mía y una notita que pone: para que aquí guardas algo que simbolice un éxito conseguido y así recuerdes siempre que puedes conseguir todo lo que te propongas.

Me emocioné mucho y se me saltaron las lágrimas.

Por la noche mis hijos me regalaron un cheque... sí, sí, tal como lo leéis, un cheque con un importe muy apreciable. Ellos tienen el dinero de la herencia de su padre y yo sudo sangre cada mes para llegar al final. Su regalo, me dijeron explícitamente, es para que yo pueda hacer un viaje o lo que me dé la gana, que me sienta libre y tranquila, que disfrute y no sólo trabaje y sobretodo, ese dinero no es para pagar deudas ni facturas: es para mí. También me emocioné y los abracé muy fuerte. Es un gesto de mucha generosidad por su parte hacerme partícipe de lo que ellos han heredado de su padre.

Esta mañana he desayunado con tres amigos. Unos me han regalado una chaqueta de rayas multicolores, preciosa y super calentita. Otro el diccionario cinematógrafico en el que aparece mi abuelo, como introductor del cine sonoro en España.

Después me he ido a pasar la ITV del coche. Pequeño detalle terrenal y necesario en un día muy especial. Al tío que me revisaba el coche le he dedicado la mejor de mis sonrisas (por si servía de algo a la hora de darme el "apto" para mi viejo coche) y le he dicho que hoy cumplía 50 años. Ha sido mu amable y me ha dicho que por ser tan simpática me daba un regalo: un vale descuento para una tienda de ropa de mi cuidad, que es de una amiga suya.

A continuación he ido a cortarme el pelo, bastante corto esta vez y me siento muy a gusto.

Al mediodía he invitado a comer a mis hijos a un restaurante y hasta hace un rato he hecho un poco de siesta, tumbada por el vino... jeje... empiezo bien la fiesta!! no sé cómo llegaré a la noche!!

A las 19.30 tengo previsto recibir una sesión de reiki múltiple que me regala la amiga que tiene el centro de terapias y en el que participaran varios de mis amigos reikistas. Al acabar, he convocado a muchos de mis amigos para cenar e irnos de fiesta.

Esos son mis planes, pero igual las cosas no pasan tal como yo he planeado porque han pasado cosas raras en esta organización y me huelo que habrá variantes. Tenía la sensación de estar llevando yo las riendas del asunto y de repente, me dí cuenta de que ya no las tenía. Vale, suelto el control y ya veremos qué pasa.

Ya os contaré el final de la jornada otro día. Además, esta semana ha estado repleta de acontecimientos a los que dedicaré otras entradas: las cenizas de mi marido, una entrevista que me hicieron en radio Melilla, la relación con mi madre y mi ubicación con mi familia....no doy abasto de temas que se suceden unos a otros sin parar. Uf!!! no tengo tiempo de recuperarme de uno que ya ocurre otra cosa.

Los otros temas tendrán que esperar, hoy es mi 50 aniversario y lo estoy disfrutando.

miércoles, 5 de marzo de 2008

Pronto medio siglo

Los hados, la energía, el Universo entero se han confabulado en las últimas semanas, antes de que cumpla 50 años este viernes próximo, para hacerme vivir situaciones extrañas, con una clara tendencia a ponerme en mi lugar en diferentes ámbitos de mi vida.

Tengo la sensación de haber vivido hasta ahora un largo sueño, como la Bella Durmiente del Bosque, e ir despertando poco a poco, aunque no es el beso de ningún príncipe azul el que lo consigue, sino esa ternura de la que hablaba en mi anterior entrada (viene a ser lo mismo, no??); o como si siempre hubiera vivido entre espesas nieblas y el fuerte viento que sopla estos días por aquí se las llevara dejándome ante un maravilloso paisaje que ignoraba que existiera.

Las situaciones que estoy viviendo no son para nada fáciles, todo lo contrario; me he pegado unos hartones de llorar que pa qué!!

Me he cagado en las bragas ante decisiones a tomar y aún hay temas pendientes que espero afrontar en breve.

Necesito tiempo para dejarme sentir qué me pasa ante cada decisión, ante cada situación y conectar con las emociones que me produce: miedo, tristeza, dolor, rabia. Doy espacio a todo ello en soledad y así, de forma natural y sin esfuerzo, sorprendentemente me levanto un día y todo es más que evidente: La niebla ha desaparecido. El velo se ha corrido. Dejo atrás actitudes que he arrastrado hasta ahora, creyendo que formaban parte de mi intrínsecamente y me doy cuenta de que hay otras formas mucho más beneficiosas para mí de andar por la vida y, paradójicamente, más auténticas. El pasado se reescribe a la luz clara de la comprensión global y tiñe de colores lo que antes parecía sólo sombra.

Viernes cumplo 50 años, medio siglo de vida y nunca antes me había sentido tan viva.