martes, 30 de septiembre de 2008

viernes, 26 de septiembre de 2008

Bichos

BRUCE (SPRINGSTEEN)


SCARLETT (O'HARA)

MAIA (NO LA ABEJA)


NIGHTY EL MURCIÉLAGO


Mi gato Maia tiene instinto cazador. No me hace ninguna gracia que sea así, pero no puedo ir en contra de su naturaleza. Sale por mi terraza y se pasea por los tejados.

El otro día estaba tranquilamente viendo la tele con mi hija. Maia apareció tras bajar las escaleras de mi buhardilla. Mi hija dió un salto diciendo: ¿qué lleva en la boca?

Maia, por lo visto, en sus paseos por las alturas, se dedica a cazar murciélagos, pobres animalicos, que deben estar tan tranquilos en sus cuevas oscuras y se ven sorprendidos por el pequeño león que tengo por gato.

Sara se lo sacó de la boca inmediatamente. El pequeño murciélago estaba vivo e intacto. Se le escapó de las manos y se puso a volar en círculos por encima de nuestras cabezas, en el salón de mi casa. Maia se puso como loco dando saltos para intentar alcanzarlo. Sacamos al gato de la sala y volvió a entrar por otra ventana; el murciélago seguía volando en círculos; volvimos a sacar a Maia y volvió a entrar; el murciélago seguía volando por encima de nuestras cabezas.

Finalmente logramos aislar a Maia para que no volviera a entrar, aunque se dedicó a rascar a la puerta y maullar desesperadamente; el murciélago seguía volando en el salón de mi casa, sin acertar a salir por el gran ventanal que manteníamos abierto.

Sara cogió una escoba e intento dirigirlo hacia fuera, sin resultado; yo, alzaba las manos con las palmas abiertas en un supuesto reiki para comunicar empáticamente con el murciélago y hacerlo salir...pero en realidad me protegía para que no se acercara a mí (por cierto, lo del reiki para la empatía, con los murciélagos no funciona, lo digo por si os ocurre alguna vez).

Bruce, el perro, nos miraba desde su cama, con cara alucinado; Scarlett, la gata, ni se inmutó; Alex, mi hijo, ni se enteró, encerrado en su habitación hablando con la novia.

Mi hija, que eso de los animales lo lleva bien (está en 5º de veterinaria) ató una bolsa de plástico a la escoba y se subió a la mesa del salón, en otro intento de "cazar" al maldito murciélago y sacarlo fuera. Lo que aprenden los jóvenes en la Universidad, es alucinante!

Tras más de media hora de dar escobazos al vacío con bolsa Carrefour incluida, pilló al murciélago y logró interrumpir su vuelo circular compulsivo, que dicho sea de paso, el pobre animal debía estar muerto de miedo tras ser el juguete viviente de Maia, el objeto de caza de mi hija y un sujeto digno de empatía reikista para mí.

Lo soltamos fuera, se quedó un rato arrapado a la pared, momento que aproveché para observarlo atentamente ya sin el peligro de que me rozara, y salió volando. Curioso bicho. Nunca había podido ver a uno tan de cerca y sin volar, quietecito que estaba él tras las emociones que acababa de vivir. Lástima, no se me ocurrió fotografiarlo, pero no creo que sea muy diferente de otros murciélagos, aunque creo que existen muuuchas razas.

Esto es lo que tiene vivir en un piso que más parece un zoo, con nuestro perro labrador Bruce, mi salvaje gato Maia, la excelentísima marquesa persa, Scarlett, la doctora caza murciélagos Sara y el dandy Alex.... más una servidora, que estoy cada día más como una puta cabra.

domingo, 21 de septiembre de 2008

MÁSCARAS




No te dejes engañar por mí, no te engañes con las máscaras que utilizo pues uso miles de ellas y ninguna soy yo. Fingir es un arte que se ha transformado en una segunda naturaleza para mí, pero no te engañes.
Doy la impresión de que soy una persona segura, de que todo está bien y de que estoy en paz conmigo mismo, que mi nombre es confianza y tranquilidad es mi lema. Que las aguas están calmas y estoy al mando sin necesitar a nadie. Pero no te creas todo eso, por favor. Mi apariencia es tranquila y sin embargo es solo apariencia. Es una máscara superficial que cambia de acuerdo a la ocasión. Debajo de ella no hay tranquilidad ni calma, debajo de todo ello vive una parte de mí confusa, miedosa y abandonada, pero eso lo oculto porque no quiero que nadie lo vea.

Siento pánico ante la posibilidad de que mi parte débil quede expuesta y por eso mantengo mi rol, mi fachada de quien no se deja tocar para ocultarme de la mirada que pueda ver. Y esa mirada puede ser muchas veces precisamente mi rescate, mi única salvación, y en el fondo de mí lo sé. Es lo único que puede empezar un proceso de auto rescate que me libere de los muros de la prisión que yo mismo construí, de las barras y garras que yo mismo tan sufridamente construyo. Pero no te digo nada de eso porque no me atrevo. Tengo miedo!
Tengo miedo de que tu mirada no venga acompañada de acogida, aceptación, amor. Tengo pánico de que me desprecies, que puedas deshacerte de mí más aún de lo que yo lo hago conmigo mismo y con ello hacer que me sienta más herido…Tengo miedo de que si eso ocurre sienta que no valgo nada, y que el mundo lo vea y me rechace.

Entonces, sigo jugando mis juegos, mis juegos de fingimiento, y muestro una fachada de seguridad que oculta un niño temblando en mi interior. Continúo llevando mis máscaras, todas vacías, y mi vida se transforma en un campo de batalla. Mantengo contigo una conversación vacía y superficial, te digo muchas cosas que no tienen la menor importancia callando aquello que arde dentro de mí. Pero no te engañes con este automatismo. Por favor, escucha con atención y escucha también eso que te no estoy diciendo y que desearía decir, aquello que necesito decir pero que no soy capaz de hacer. No me gusta esconderme, sinceramente no me gusta. Lo que realmente me gustaría es ser genuino, espontáneo, yo mismo.

Necesito ayuda y tu puedes ayudarme tomándome de la mano, aunque eso parezca lo último que yo parezca necesitar. Cada vez que me siento acogido y escuchado, cada vez que alguien intenta comprenderme demostrando aceptación dos alas nacen en mi corazón. Alas pequeñas y frágiles, pero ALAS. Con sensibilidad, afecto y comprensión me siento CAPAZ. Esta tarea no es fácil para mi ni para quien quiera ayudarme, las ideas y creencias de que no valgo nada son muy antiguas y han creado muros fuertes, sin embargo existen actitudes y sentimientos más fuertes y poderosos que esos muros, y esa es mi salvación. Por favor, ayúdame a destruir estos muros con manos fuertes pero gentiles ya que hay puntos de mucho dolor.

Y ahora te preguntarás: ¿quien soy?

Soy una persona que convive contigo a diario porque soy cada hombre, cada mujer, cada niño y cada niña, cada ser humano que te encuentres en tu caminar.
Susanna Stroke


martes, 9 de septiembre de 2008

Alma de niña



Lo reconozco, lo asumo, lo confieso, lo declaro en voz alta, lo grito a los 4 vientos: a pesar de tener 50 años y medio, TENGO ALMA DE NIÑA.

No, no creáis que me ha sido fácil aceptarlo. He luchado en contra de eso, queriendo dar la imagen, y también sentir en todos mis poros, que soy una mujer adulta, responsable, seria, trabajadora, concienzuda, analítica, lógica, madura, inteligente.... (podéis añadir adjetivos si os apetece ;-)

No digo que no sea todo o parte de eso, pero he estado rechazando una parte de mí, por considerar, erróneamente probablemente, que ya no toca, que es ridícula. Supongo que ha sido parte de mi máscara, de mi neura, de mi ego, por sentir que así conseguiría más cosas, sería más querida. Dar imagen de seguridad, de conocimiento, forma parte de mis mecanismos de defensa.

Yo era una niña muy risueña y feliz, coqueta y presumida, la reina del mambo. Mi mamá me inculcó que DEBÍA tener estudios, cultura, ser autónoma, independiente y nunca mostrar mis debilidades, así nadie podría hacerme daño nunca, en especial los hombres, esos monstruos de los que nunca te fíes, hija mía, no se puede confiar en ellos.

DEBÍA ser trabajadora, concienzuda, HACER LO QUE SE TENÍA QUE HACER. Y yo, que era una niña muy obediente y que quería mucho a mi mamá, que era la mejor del mundo y siempre tenía razón, le hice caso.

Desde muy joven he parecido más adulta y madura de lo que era en realidad. He querido ser LA BUENA HIJA, LA BUENA ESPOSA, LA BUENA MADRE, LA BUENA AMIGA, LA BUENA... TODO, la mejor!!

Sin darme cuenta establecí una lucha interna negando esa ALMA DE NIÑA, juguetona, seductora, algo caprichosa, con muchas ganas de pasarlo bien, de reír, de divertirse, de buscar y encontrar el placer, de carcajada fácil y llanto igual de fácil.

Hoy, exactamente hoy (aunque como en todo en la vida, ha habido un proceso previo) esa niña ha regresado a mi vida. Poco a poco le he ido abriendo la puerta del armario oscuro en el que estaba encerrada y hoy me ha saludado, me ha dicho: hola, aquí estoy con ganas de pasarlo bien contigo. Ya estoy harta de estar aquí dentro. Está oscuro, es estrecho y huele mal.

Me he emocionado, le he sonreído ampliamente y la he abrazado.

Todo siempre tiene dos caras como mínimo. La intención de mi madre era la mejor y le agradezco que me inculcara el gusto por la lectura, por el conocimiento, por la cultura. En el reverso, negué mi faceta más lúdica, más ociosa, más divertida, más infantil.

Ahora quiero compaginar esas dos caras, que no sean opuestas sino complementarias.

Una mujer de 50 años con alma de niña.

sábado, 6 de septiembre de 2008

¿Por qué?

No para de resonar en mi cabeza una frase de la canción de Fito y Fitipaldis "Me equivocaría otra vez".
Quizás la respuesta sea no preguntarse por qué.

Estoy totalmente de acuerdo: hay veces en que preguntarme el por qué de algo sólo sirve para atormentarme. Muchas veces, la mayoría. El por qué sirve a la mente, no a las emociones, no al cuerpo. Una forma más de escaparme de lo que siento. Me estoy acostumbrando a no preguntarme por qué y es un descanso.

Hace un par de días un hombre me dijo que yo podía conseguir todo lo que quisiera, todo lo que deseara.
"Sólo tienes que ser consciente del don que posees, pero recuerda que ese don no lo tendrás siempre. Cada día, cada mes y cada año que pasa y que no lo aprovechas, es tiempo que no recuperarás jamás. Si te tienes que arrepentir de algo, que sea por algo que has hecho y nunca por no haber hecho algo."

Más tarde me dijo:
"Tú y yo no hemos coincidido en tempo y en alguna otra cosa. Si lo hubiéramos hecho, si hubiéramos coincidido, yo te habría hecho la mujer más feliz del mundo".

Unos días antes, otro hombre me dijo algo parecido:
"Tú y yo compartimos complicidad, pasión, armonía, confianza, risas, ternura... pero vivimos en mundos diferentes. Es una lástima."

Quizás la respuesta sea no preguntarse por qué y también quizás la respuesta sea vivir el instante sin esperar nada más. No quiero llegar a los 80 años y preguntarme por qué no disfruté de esos momentos cuando tuve la oportunidad y arrepentirme de no haberlo hecho, quién sabe por qué.

Otro hombre, uno de mis mejores amigos, me dijo hace unos pocos días más:
"levántate cada mañana y decide si quieres vivir ese día, si quieres morir en ese día o si quieres arrastrarte por la vida durante el día. Tanto da la opción que eliges, todas son válidas, pero la que elijas, hazlo con consciencia."
Ese día descubrí... que podía elegir morir. Nunca había pensado en esa posibilidad y me doy cuenta de que yo misma me negaba el derecho a no querer seguir viviendo, a morir, si ese es mi deseo. Porque a pesar de las leyes, a pesar de lo que diga la sociedad, a pesar de la presión que pueda ejercer la familia, los hijos, y los seres queridos en general, el libre albedrío del ser humano incluye la libre elección de morir.

Elegir vivir cada mañana es pura responsabilidad y es libertad. Es el compromiso conmigo misma, por hoy, sólo por hoy. Esa decisión me da alas, me hace sentir muy viva, contenta, alegre, feliz, ya que soy yo la que he decidido vivir por y para mí, no por presiones externas; dispuesta a aceptar todo lo que ocurra en ese día, sea del color que sea, ya que vivir de verdad es vivirlo todo: las preguntas, las respuestas, las sorpresas, las emociones, las pérdidas, los regalos, los momentos de tranquilidad, de estrés, las discusiones, los abrazos, lo que escribo aquí y lo que no escribo, lo que digo y lo que me callo, el cigarrillo que me fumo, el sol, las noticias de la tele, el paisaje desde mi ventana, los maullidos de los gatos por la noche, la vieja del edificio de enfrente que no para de gritarle a su marido, el silencio de mi calle, mi hija estudiando en la habitación de al lado, mi gato durmiendo a mi lado, apoyando su cabeza en la almohada, los platos por lavar y el gusto de tener mi piso limpio, el cansancio y los subidones, el dolor de espalda, hundirme en un sofá al acabar el día...

El compromiso conmigo misma es el paso imprescindible para comprometerme con mi entorno, hoy, a tope, con todo mi ser, intensamente. Mañana... ya decidiré, si es que llego a mañana.


¿por qué? no lo sé.