domingo, 25 de enero de 2009

La energía del tacto



Precioso artículo de La Vanguardia de hoy. Vale la pena leerlo hasta el final.

Pese a ser latinos, los españoles se tocan menos que antes

La energía del tacto

El tacto es la forma de comunicación primaria del ser humano. Sin embargo, en la sociedad actual, el tocar no está siempre bien visto. Recuperar este instinto natural puede ayudarnos a vivir mejor nuestras relaciones

"Cuando siento algo, quiero cogerte la mano". Ya lo cantaban los Beatles en el año 1963 ("When I´ll feel that something, I want to hold your hand"). Una letra sencilla, una música pegadiza y, sobre todo, una gran verdad. El tacto es una forma directa, inmediata y espontánea de expresar nuestras emociones y nuestros sentimientos.

Los espacios vitales

¿Por qué nos incomoda cuando hay gente que nos roza en el metro o en el ascensor? Edward Hall, profesor de antropología de la Northwestern University, publicó en los años sesenta unos trabajos de investigación sobre el concepto del espacio personal. Fijó unas distancias de base, mediante las cuales "el hombre estructura el microespacio" y que varían según las distintas culturas.

Cuando nacemos, el tacto es la guía que nos introduce en el mundo. La sensibilidad táctil es el primer sentido que entra en funcionamiento, la forma de comunicación más básica y primitiva. El feto ya responde a las vibraciones del corazón de la madre. El bebé recién nacido explora mediante el tacto; es así como descubre dónde termina su propio cuerpo y empieza el mundo exterior.

El ser humano posee unos cinco millones de terminaciones nerviosas repartidas en dos metros cuadrados de piel, que nos mantienen en contacto con el entorno y nos proporcionan información. De alguna manera, la piel es nuestro órgano emocional más importante y el más extenso. Los labios, el dedo índice y el pulgar ocupan una parte considerable del espacio cerebral. El área preparada para percibir y procesar el tacto es de las más grandes del cerebro. Desde la antigüedad existen escritos que revelan que los chinos ya conocían las propiedades del tacto y el masaje en el año 3.000 a.C. Fueron los primeros, pero no los únicos: helenos, egipcios, romanos e hindúes desarrollaron, a su manera, diferentes técnicas que explicaban cómo emplear este instinto hasta convertirlo en arte.

Tocar no sólo es algo natural, sino que es una práctica beneficiosa. "Según lo que hemos podido comprobar, cuando conseguimos una mejor intimidad física, logramos también mejores relaciones, tanto sea en una pareja, como un niño con su madre", sostiene Tiffany Field, del Touch Research Institute de la Universidad de Miami, en una entrevista telefónica. Sus investigaciones han demostrado que la sensación táctil, como por ejemplo la que se transmite con un masaje, produce numerosos efectos positivos. Mediante esta estimulación, el bebé aumenta su habilidad general y su capacidad de aprendizaje.

Los niños prematuros ganan peso; en los adultos, se potencia la concentración; se alivian los síntomas de depresión; se reduce el dolor y el estrés hormonal y se mejora la función inmunitaria. James Coan, profesor de psicología en la Universidad de Virginia, que ha estudiado las implicaciones del contacto humano con la resonancia magnética, ha descubierto que "cuando cogemos la mano de no importa qué persona, nuestro cerebro reduce la producción de las hormonas del estrés, al mismo tiempo que disminuye la actividad de las regiones cerebrales que reaccionan ante el miedo", explica.

"Un apretón de manos relaja el cuerpo. Y si sostenemos la mano de un ser querido, nos sentiremos más protegidos frente al peligro y notaremos un alivio inmediato", asegura. A través del tacto se activan las endorfinas, con los abrazos se segrega oxitocina y ambas sustancias causan en nuestro organismo sensación de bienestar.

Sin embargo, en nuestra cultura, lo visual se impone sobre lo táctil, hasta el punto de que menospreciamos su poder comunicativo. Crecemos aprendiendo a no tocar ("no toques esto", "deja de tocar al señor"). La sociedad condiciona qué partes del cuerpo podemos rozar y las que no. Creamos un espacio infranqueable alrededor de nuestro cuerpo que inhibe la experiencia táctil. Phyllis K. Davis, en un libro muy conocido, 'El poder del tacto' (Paidós Ed.), habla del síndrome Phecia. Consiste en asociar el comportamiento táctil con el sexual, en particular con la promiscuidad, la homosexualidad, el complejo de Edipo, el incesto y el adulterio.

Ashley Montagu, el máximo estudioso científico sobre el tema del tacto, denunciaba hace años en sus libros (entre los cuales destaca 'El tacto: la importancia de la piel en las relaciones humanas', Ed. Paidos) este fenómeno: "Hemos producido una raza de intocables. Nos hemos vuelto extraños unos para con otros. La capacidad del hombre occidental para relacionarse con sus prójimos ha quedado muy atrás respecto a su habilidad para conversar con las computadoras, comunicarse con los coches y hablar con los juguetes".

En España tenemos la reputación de ser una sociedad más proclive al contacto físico. Sin embargo, en parte estamos perdiendo esta costumbre. "Eramos una cultura más tocona, pero nos estamos volviendo más individualistas. La ética católica es más propensa al contacto y al amor al prójimo que la protestante. Pero hoy somos menos católicos, más urbanos y nos tocamos menos", afirma el psicoterapeuta Luis Muiño. Fernando Villadangos, psicólogo y presidente de la sociedad de sexología Al-Garaia de Granada, reconoce: "Hoy tocamos con más miedo. Está avanzando una cultura restrictiva y por lo general falta educación sexual. En los años 80-90 había menos limitaciones respecto a las que hay ahora".

Por supuesto, el factor cultural tiene un peso relevante cuando se habla de comunicación táctil. El supuesto desencuentro que tuvieron hace unos meses el presidente francés, Nicolas Sarkozy, y la canciller de Alemania, Angela Merkel (en el que ella se quejaba de su exuberancia… táctil) es un clásico caso desencuentro cultural. Hay muchas diferencias entre países.

En Francia, es habitual saludarse con tres besos. En Italia, nunca se besa a un desconocido, pero en cambio es frecuente besarse y abrazarse entre conocidos del mismo sexo. En Japón está prohibido tocar la nuca a una chica, mientras que en Fiji es tabú rozar el cabello. En los países árabes, el contacto entre hombres está admitido y suele ser muy cálido, mientras que una pareja de novios no puede besarse en la calle. Francisco Merino, director de la Escuela Internacional de Protocolo de Madrid, recuerda que cuando personas de cultura diferente se encuentran "existen normas escritas".

En su opinión, "quién hace el primer gesto es el que manda y es quien decide cómo se han de saludar: si al comienzo da la mano o si ofrece la mejilla, por ejemplo. Ahí tendremos una pista". Merino explica que "entre los altos mandatarios, la regla es que cada uno se adapte a los rituales del país adonde va, aunque entre los políticos que tienen cierta confianza es frecuente coger el brazo".

Cuando el rechazo al contacto físico no se funda en razones culturales, sino que se convierte en un rechazo sistemático, entonces puede haber repercusiones negativas para nuestro ser. Estudios demuestran que quienes durante su infancia no recibieron caricias de sus padres son más proclives a mostrar dificultades para dar o recibir afecto, a mantener una postura corporal rígida y tienen limitaciones para expresar su emotividad. Como consecuencia de esta carencia, estos sujetos manifiestan una tendencia a evitar el contacto físico con los demás y lo ven como algo inapropiado. En sus obras, Montagu alerta de que "una experiencia táctil inadecuada tendrá como consecuencia una incapacidad para relacionarse con los demás en muchos aspectos humanos fundamentales".

No obstante, esta rigidez táctil que puede registrarse en ciertas personas o en determinadas culturas, se basa en gran parte en un malentendido. El tacto no tiene por qué ser necesariamente sinónimo de intención o deseo sexual. Asimismo, el contacto corporal puede simplemente indicar un rol o un estatus, expresar un afecto inocente o constituir un soporte emotivo.

Flora Davis, autora de un libro de referencia en la materia, La comunicación no verbal (Alianza Ed.), sostiene que "el acto de tocar puede comunicar más amor en cinco segundos que las palabras en cinco minutos. Abrazar a alguien que ha tenido un mal día puede ser más curativo y reconfortante que todas las palabras que seamos capaces de articular". Según Mark Knapp, profesor de la Universidad de Texas y experto en comunicación no verbal, "el tacto desempeña un papel de entusiasmo, de expresión de ternura, de apoyo afectivo".

Naturalmente dependerá de la parte del cuerpo involucrada en el gesto, del tiempo del contacto, de la fuerza, del modo de tocar, de la frecuencia del toque. Por ejemplo, no es lo mismo apretar la mano, tocar un brazo o ir de la mano. Villadangos relata algún caso emblemático que ha tratado en su consulta. "Una persona que acababa de sufrir un luto aguantaba su dolor ocultándolo a los demás. Bastó una simple palmadita en el hombro para que ésta empezara a llorar y desahogara lo que llevaba dentro. El tacto también puede causar una potente reacción liberatoria".

Por suerte, hay personas que pese a los vínculos sociales a los que están sometidos tanto por cultura, como por religión, miedo o educación, no quieren renunciar al contacto físico. De hecho, ante la fuerte demanda, se han desarrollado en los últimos años algunos cursos de abrazoterapia, que tienen como objetivo redescubrir los beneficios para el cuerpo y la mente de un contacto físico prolongado.

Cristina Corbella dirige un taller de caricias desde hace más de veinte años. "Nos dimos cuenta de que las palabras quedaban cortas. Yo creo que el cuadro ha empeorado en nuestro país, esencialmente por la influencia que viene de los países anglosajones", asegura. Aun así, Corbella cree que es posible corregir el rumbo y reivindica el papel del tacto en las relaciones sociales.

"Es consolatorio, curativo, da seguridad. El contacto físico es una forma directa honesta y amigable de comunicación: lo que se presiente se transmite de forma inmediata. A veces hay mensajes que sólo pueden llegan de esta manera, con una simple caricia". Según Villadangos, "hay que redescubrir lo bueno de tocarse en el seno de la pareja. En una palabra, la ternura. Es algo que necesitamos todos, porque lo antinatural es controlar el propio cuerpo".

Incluso se habla del fenómeno del "hambre de piel", que se refiere al deseo de ser tocado, a la necesidad profunda de contacto físico. Como apuntaba el antropólogo Paul Byers, tal vez los que más sufren esta carencia son las personas mayores, quizás los menos tocados de la sociedad. Inténtelo: porque si una imagen vale más que mil palabras, una caricia, más que mil imágenes.

sábado, 17 de enero de 2009

¿Prefieres tener razón o ser feliz?

Hace unos años una persona me planteó esta pregunta. 

Respondí: quiero ser feliz.

¿Fui sincera? ¿o me estaba engañando a mí misma? Un poco de cada. Conscientemente quiero ser feliz..... y cuando surge un conflicto con alguien a quien quiero, no soy fiel a esa respuesta. Quiero tener razón, me defiendo y ataco como una fiera en contra del otro. Quiero que el otro reconozca su error y se me ofrezca en bandeja de plata panza arriba, totalmente entregado a mi razón. 

Eso me ocurre en pleno ardor de la batalla. 

Luego viene la tristeza, valorar lo que me ha dicho el otro, reconocer en ello, no su razón, sino su dolor, tocar el mío y rematar el asunto dándome cuenta del daño que nos hemos infligido mutuamente básicamente porque....hay amor. 

En las relaciones se crean círculos viciosos de incomprensión, incomunicación, inconsciencia, hasta que ocurre algo que hace saltar el conflicto y quedan a la vista cartas escondidas que ni nosotros mismos sabíamos que teníamos.

Anoche tuve uno de esos conflictos con mi hijo, con el detalle de que inmediatamente tras la discusión, él cogía un avión para irse a México para 10 días. Me quedé hecha polvo, sin la posibilidad de hablar de ello con tranquilidad tras la explosión.

Mi hija (sabios maestros los hijos) me dice que se ha establecido entre nosotros uno de esos círculos viciosos en los que cada uno alimenta su actitud en función de la actitud del otro: como no me haces caso, no te hago caso y como no te hago caso, no me haces caso. Un total desencuentro, con dolor por ambas partes, cada vez más distantes, cada vez más incomunicados, cada vez sintiéndonos más lejos uno del otro, alimentando la tristeza por la falta de atención mutua.

No sé cómo voy a pasar estos 10 días de su ausencia, habiéndonos despedido a gritos, a reproches.  Lo que sí sé es que voy a aprovechar este conflicto para aclarar cosas con mi hijo, para acercarme a él, para decirle que lo quiero con locura y que me duele su distancia emocional; también para decirle que soy la madre que le ha tocado, que no soy ni quiero ser la madre ideal que me parece que él pretende, sino simplemente su madre,  con fallos, con errores, con despistes, con trabajo, con dolor, con tristezas.... y con alegría, con energía, con fuerza, con sorpresas y, sobretodo, con amor. Reconocer mis errores sin renunciar a mí misma, sin traicionarme.

En el fragor de la discusión suelo querer tener razón y cuando la tormenta pasa, quiero ser feliz y amar. Donde hay amor inevitablemente hay dolor. La construcción de la relación depende de la voluntad de seguir con el amor en vez de quedarnos atrapados en la razón. ¿Corazón versus mente? tal vez sí..... o tal vez no. Quizás logrando que razón y corazón se tomen de la mano.



martes, 6 de enero de 2009

Cuenta tus sueños

Jaime, Jaramillo, alias Papá Jaime, creador de la Fundación Niños de los Andes
"Si cuentas tus sueños, se harán realidad"
IMAS SANCHÍS  - 06/01/2009

52 años. Nací en Manizales y vivo en Bogotá, Colombia. Casado, dos hijos y una nieta. Ingeniero geofísico, trabajé 20 años en petróleo y desde hace 13 escribo libros y doy seminarios para que la gente redescubra su vida. No trabajo, disfruto. Hago lo que amo y amo lo que hago.

¿Qué queremos cuándo somos niños?

Ser grandes.

... Y cuando lo somos damos la vida por recuperar y aparentar la juventud que no supimos apreciar. Nos desgastamos tratando de tener, y cuando ya tenemos invertimos el dinero en recuperar la salud y el tiempo perdido.

Pasemos del mundo de las ideas al mundo de las cloacas.

Era el año 1973, yo iba caminando por la calle cuando pasó un coche del que cayó una caja de muñeca, una niña de la calle salió disparada y la cogió. Me sonrió feliz y no vio que venía un camión a gran velocidad. Esa niña murió por una caja de muñeca vacía. Era el día de Navidad, compré un disfraz de Papá Noel y cien regalos de un peso.

Y salió a repartirlos.

Sí, un niño, Raulito, saltó sobre mis hombros, silbó, y en un momento brotaron de la tierra más niños que regalos. A Raulito una rata le había mordido la carita y se le veía el hueso podrido, lleno de pus. Y tuve un sueño: que Raulito tuviera una cirugía plástica y un hogar, ¿y qué hice?... A todo el mundo le conté mis sueños, y cuando uno cuenta sus sueños, se hacen realidad.

Sería bonito...

De tanto contar mi sueño acabó apareciendo una enfermera amiga de un cirujano plástico y en menos de un mes Raulito tuvo reconstruida la cara. Y nació mi fundación, por la cual han pasado más de 55.000 niños que vivían entre excrementos humanos, en las cloacas, bajo tierra, y que hoy son ingenieros, premio de paz, de liderazgo. Cada niño que ha salido de mi proyecto ha ayudado a otros niños. Raulito ayudó a más de cien.

¿Cómo?

... No sólo a conseguir empleo en las petroleras, sino que los inspira y los motiva. Primero soy, experimento el amor y la paz, luego hago y después tengo.

¿Cómo se financia la fundación?

Empecé con mi dinero y ahora el 50% es autofinanciación, tenemos panaderías, textil, cultivos. Pero el éxito de todo es tener el sueño. Encontré a Rud cuando tenía 11 años, la habían quemado viva, le faltaba un brazo, no tenía nariz y su cara estaba pegada al pecho. Así llegó a la alcantarilla y empezó a tomar droga. "Quiero morir - me dijo-,todos se burlan de mí".

¿Cómo la sacó de allí?

Lo importante es lo que tú te dices a ti misma, fuera no encontrarás la felicidad, concentra tu energía en lo que tienes y no en lo que no tienes. Hoy Rud habla un inglés perfecto, es dulce y alegre. Tras 17 cirugías ya tiene movimiento pero se ve igualita. Aún así encontró al amor de su vida, tiene una hija preciosa y un trabajo que le gusta.

No es fácil cambiar a las personas.

Hay gente que en un segundo despierta su conciencia, otros tardan más y otros nunca. En mis talleres les hago entender que ni tu peor enemigo te puede hacer tanto daño como tus propios pensamientos. Hay que observarlos y cambiarlos porque estamos programados para concentrar la energía en lo negativo, en lo que nos falta, en el dolor, y eso es lo que atraemos.

Y dígame: ¿usted qué ha aprendido?

A valorar a tiempo las cosas pequeñas y simples. Lo que pasa es que vemos pero no miramos, oímos pero no escuchamos, palpamos pero no tocamos. Vivo intensamente cada momento, pero sin miedo. Hay que aprender a asustar al miedo.

Ya a los siete años le hizo una propuesta curiosa a su padre.

Teníamos una finca de café y los hijos del capataz jugaban con un camión sin ruedas y una muñeca sin brazos. Me impresionó verlo y le pregunté a mi padre: ¿por qué estos niños, cuyo papá también trabaja como tú, no tienen juguetes como nosotros?

¿Y qué dijo papá?

"Por cada bolsita de café que siembres te doy un centavo". Después de tres meses pude comprar un camión y una muñeca y fui yo más feliz que ellos. Me marcó profundamente. Pero el secreto es contar el sueño, siempre hay gente que te ayuda. No crea nunca a los asesinos de sueños, esos que te dicen: si lo cuentas, no se cumplirá.

¿Nunca nada le ha decepcionado?

Rescaté a una niña de 10 años que atracaba con cuchillo. Era tan miedosa que lo ponía en el corazón y si te movías, te lo clavaba.

¡!

Tomaticas se dio cuenta de que no era una asesina. Para comer robaba y para robar se drogaba, pero no era mala y cuando se dio cuenta de eso empezó su cambio, se volvió la niña más servicial, tierna y alegre de la fundación. De esto hace más de 30 años y la gente me decía: "No te metas con drogadictos es perder el tiempo, volverá a la droga".

Debía estar orgulloso.

Llegó la prensa, la tele, el éxito. Pero Tomaticas se enamoró de un traficante y se marchó. Fui a buscarla, la encontré con la cara cortada, Intenté convencerla para que volviera: "Lo amo", me decía, y lloré mucho.

Y Tomaticas se perdió.

Yo estaba dando esperando recibir, había mucho en mi dolor de fracaso, de ego herido. Aprendí la lección, no he vuelto a condicionar ni a tener expectativas ni siquiera con mis propios hijos, yo les tiendo la mano, pero las decisiones son suyas, no mías. Yo no cambio a nadie, son ellos. Nunca digas por qué me pasó esto sino para qué: es otra forma de concebir el mundo. 
 

 
Alegre y feliz

Prefiere un abrazo a un apretón de manos. Cuando era niño le construyó  una casita al guardián del colegio, no entendía que los curas se fueran de misiones y tuvieran a aquel hombre durmiendo a la intemperie. Con el tiempo se convirtió en Papá Jaime; recoge, forma y busca trabajo a los niños que viven en las alcantarillas de Bogotá, pero dice que lo más importante es ayudarlos a crecer espiritualmente y a creer en los sueños. Él se formó en la India con grandes maestros y cada día amanece a las cuatro de la mañana para perderse en la naturaleza a meditar. Además de su fundación, imparte seminarios de liderazgo para disfrutar de la vida plenamente. Participó en el I Foro Humano Europeo en Barcelona.

 

jueves, 1 de enero de 2009

2009 o la necesidad de compartir/participar

¡Bienvenidos a todos al 2009!

Me da buen rollo este año, no porque espere que todo sea de color de rosa ni mucho menos, que eso es imposible, pues la vida está compuesta de infinitos colores y matices, que sin ellos, incluso los más tristes y apagados, no sería vida.

Me gusta el número, me gusta la suma, que da 11, la carta de La Fuerza en el Tarot, el equilibrio entre la fuerza instintiva animal que todos tenemos y la fuerza interior humana.

La confianza que tengo en este nuevo año que acaba de empezar es en tener suficiente fuerza interior para asumir y aceptar todo lo que ocurra en mi vida, me guste o no, me dé miedo o coraje.

Mi propósito y mi intención están en aprender a compartir, en la participación, a todos los niveles: familiar, profesional, relacional.

Parece de perogrullo eso que digo no?? es algo que está en la "mente" de todos, es algo bonito y que queda bien....pero no es tan fácil como parece ni es tan evidente. Nuestra sociedad (que somos todos nosotros) es individualista y la soledad es uno de los males de nuestro tiempo. Las corazas que todos llevamos nos impiden en gran manera el contacto auténtico con los demás. Evitamos "tocarnos" y ser tocados en todos los sentidos y solemos hacer ver lo que sea o llenarnos la boca con palabras bonitas y vacías que no se corresponden con nuestra realidad, que es que la mayor parte de la gente, esté o no acompañada, en pareja o como sea, se siente sola.

La soledad no es una circunstancia, es un estado de ánimo interno. Puedo estar rodeada de gente, puedo tener un montón de familia, de amigos y de conocidos y seguir sintiéndome más sola que la una. Concretaré que esa es la soledad que yo más siento, la que más me duele.

Cuando he logrado entender que la sensación de soledad es mía y sólo mía, que no tiene nada que ver con estar o no en compañía, he empezado a sentir la necesidad de compartir, de compartirME, con lo que soy de verdad, con todo mi ser, con mis cualidades y mis defectos que son diferentes de los de los demás. Y es que cada uno tenemos algo que hacemos mejor que los demás y algo que hacemos peor. Si cada uno aporta lo suyo y lo comparte, entre todos logramos lo que uno solo no puede. Más descansados, más ligeros, creando una tela de araña que se va haciendo cada vez más grande y nos va uniendo a unos con los otros, acrecentando las posibilidades de todos de sentirnos mejor, de tener más tiempo para disfrutar de la vida.

Cuando nos cargamos de obligaciones, de "tengo que", estamos cumpliendo con lo que creemos que los demás esperan de nosotros, con lo que creemos que está bien o está mal, juicios malsanos de procedencia dudosa. En esos momentos, no estamos compartiendo, estamos llenándonos de mala leche aunque no nos enteremos y eso, un día u otro, sale, cuando menos lo esperamos, cuando menos nos conviene.

Compartir/participar es aceptar mis limitaciones y reconocer que otros llegan donde yo no llego, reconocer las aptitudes de otros, darles valor y apoyarme en ellos igual que ellos podrán apoyarse en mí; es ofrecer alegre y generosamente mis cualidades al servicio de lo que haga falta, incluso del pasarlo bien, del disfute; es humildad y entrega, sin perderme a mí en el intento, sino conservando el contacto y la dignidad conmigo misma al tiempo que estoy con el otro, que me comparto y se comparte.

A punto de pasar la Nochevieja sola, finalmente decidí humildemente unirme a un grupo de gente que apenas conocía, amigos de uno de mis mejores amigos. Reconocí (aunque me costó)que me cabreaba soberanamente estar sola esa noche (otro plan que tenía me falló al último momento). Tuve mis dudas y mis miedos y al principio de la velada, si hubiera podido, habría salido huyendo y me hubiera vuelto a mi casa, a mi estimada soledad en soledad, lejos de la soledad entre la gente. Imposible, estábamos en una masía en pleno bosque y sin mi coche. No tuve más remedio que quedarme y sostener la angustia, hasta darme cuenta de que la sensación era mía y que sólo yo podía cambiarla por la de sentirme parte del grupo. Ellos me acogieron con total naturalidad y se esforzaban por hacerme sentir cómoda, sin agobiarme.

La noche, las horas, el alcohol (para qué negarlo) y alguna que otra ayudita, la alegría y la naturalidad de la gente, el cariño y la atención de mi amigo junto con mi determinación final de pasármelo bien dieron su resultado y acabé cantando junto con mis improvisados compañeros de fiesta ante un karaoke hasta las 6 de la mañana. La casa tenía suficientes habitaciones para todos y caía reventada y feliz de haber decidido afrontar por fin mi sentimiento de soledad en compañía.

Esta mañana (es un decir, me he levantado a la 13.20 h) nos hemos ido reencontrando ante la mesa del desayuno con un "pa amb tomàquet", embutidos, restos del festín de la noche anterior y una coca de crema que clamaba al cielo de lo buena que estaba, además del absolutamente necesario y delicioso café.

Limpieza de la casa, inundada de confettis, paquetes de tabaco y botellas varias, y despedida. Todos y cada uno de los miembros del grupo (que por simple cotilleo diré que son un grupo de actores) me han abrazado con fuerza y mucha ternura... y yo a ellos, agradecida y contenta.

Ya en casa, cansada y con resaca, siento que ese inicio de año es simbólico de lo que quiero que haya en mi vida este año 2009: COMPARTIR Y PARTICIPAR.

¡¡FELIZ 2009!!