miércoles, 20 de julio de 2011

Volver a escribir

(Ilustración tomada del blog de Mendoza Eugenia)

Haciendo limpieza de mis carpetas virtuales me encuentro con una que contiene lo que escribí hace años en una página -¿la recordáis?- que se llamaba "Facebox", todo un preludio del actual Facebook, e incluso antes hubo una que se llamaba "Gentebox".
Prácticamente a diario escribía, sobre mí, mis sentimientos, emociones, pensamientos, experiencias, aprendizajes. Me mostraba tal cual me sentía.
Hoy, releyendo los posts del pasado, no me reconocía como autora de los mismos. ¿Dónde he aparcado la inspiración? ¿En qué lugar recóndito de mi ser he guardado las palabras sanadoras que surgían espontáneamente de mi interior?

A veces creo que parte de las cosas que he aprendido de mí misma me han llevado a cambiar ciertas actitudes que he juzgado como negativas. Sí, recuerdo que en algún momento me dije que mostrarme tal como lo hacía estaba fuera de lugar, que a nadie le interesaba lo que a mí me pasaba. Quizás hay algo de verdad en ello...y hay otra verdad: que me gustaba escribir, que disfrutaba haciéndolo y que algunas de las personas que me leían también lo hacían.


Recuperar aspectos de mí que que tenía relegados en el olvido, volver a sentir la libertad de expresarme, dar rienda suelta a lo que sale de las teclas del ordenador, conversar conmigo misma a través de las palabras escritas, comunicar, comunicarme; empezar a abandonar el aislamiento voluntario al que me he sometido en los últimos meses, cual ermitaña en su cueva; aislamiento, no sólo voluntario, sino también agradable, necesario, incluso vital. Y no lo voy a dejar así de sopetón, no;  me siento a gusto en la soledad de mi casa, disfruto de hacer lo que me dé la gana, de acostarme a las tantas escuchando música, leyendo, viendo la tele, charlando con algún amig@ en la confidencialidad de la noche o, como ahora, escribiendo. 

domingo, 10 de julio de 2011

Karunesh-Phase"Circle" (Hubble Images)



Viendo estas imágenes del Hubble y escuchando esta música entro en un estado extraño en el que todo lo real me parece irreal y todo lo que suelo etiquetar de irreal y fantasioso se revela ser algo tan tangible como las teclas del ordenador que me permiten escribir esto.
Tocar de pies al suelo de forma obsesiva puede ser tan tramposo como estar colgado permanentemente de lo pseudo-espiritual. Encontrar el equilibrio entre ambos polos es tarea de toda una vida, sino de más.
Leía hoy en un blog que la única tarea posible en estos momentos es trabajar por la Unidad y para mí eso significa también la Unión entre el Cielo y la Tierra, entender que tal como es Arriba es Abajo, que Tú eres Yo y que Yo soy Tú, que cualquier persona que habita en este planeta es una parte de nosotros mismos, y que todos somos el Universo; que el Universo está en el interior de todos y cada uno de nosotros.
Lo que me hago a mí misma, se lo hago al Mundo entero, al Cosmos; si me amo, estoy amando a toda la humanidad; si me odio, odio al Todo; si me perdono, perdono a todo el que hace como yo.
Y sólo puedo empezar por mí misma. Si digo que amo, que perdono, que ayudo al prójimo y no lo hago conmigo misma, estoy cometiendo un engaño, una falsedad.

Las imágenes del Hubble me hacen sentir pequeña e insignificante ante tanta inmensidad y belleza, pero no quiero ignorar que formo parte de ello y ello de mí.

"No busques a Dios en el Paraíso, lo encontrarás en el Infierno", leía también en Facebook. Nada más cierto. Sólo atreviéndonos a bajar al Hades descubriremos lo divino en nosotros. Sólo desde la oscuridad de las profundidades podremos ascender hacia la Luz. O, como dice un amigo mío, más que ascender nosotros hacia la Luz, la cuestión es que la Luz ilumine la oscuridad.