planetaria, no nos debemos olvidar que también los hombres mienten, respecto a sí
mismos, no sólo unos a los otros, sino, sobre todo, a sí mismos. Son, por tanto, de
alguna manera cómplices, cuando no fieles, del culto universal del autoengaño,
entregados al perverso ritual de sus neurosis, de las que son al mismo tiempo
víctimas, porque sufren sus consecuencias y, autores, porque las alimentan. Y ésta
parece ser la verdadera fuente de todos los dramas de la existencia, en virtud de lo
que la gran mayoría de los seres humanos permanece condenada a lo que Emerson
calificaba de "a life of quiet desperation"..."
Claudio Naranjo. El eneagrama de la Sociedad.
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