martes, 8 de junio de 2010

La felicidad es una decisión

“El mundo es como una olla y el corazón es la cuchara;
según como lo muevas la comida saldrá buena o mala”
Dogen, maestro budista
Es muy difícil exagerar la importancia de un texto como El libro tibetano de la vida y la muerte“: ha servido de inspiración a muchos profesionales de la salud aquí en Occidente, así como a profanos en la materia que han reconocido la importancia de lo que nos cuenta su autor.
Sogyal Rimpoché es uno de los lamas más conocidos en el mundo occidental y en esta entrevista conoceremos un poco más de su pensamiento…
Para mí hay dos aspectos básicos que el lama Rimpoché destaca en la entrevista: por un lado, la importancia de la mente y su control para el budismo, y por otro la obsesión que tenemos casi siempre por pensar exclusivamente en nosotros y en nuestros problemas, olvidándonos de los demás.
Lograr mantener la mente en calma, alejada de los apegos y los deseos, y preocuparnos por el resto de seres humanosFórmula para la felicidad para la que contamos además con una herramienta inestimable como es la meditación. Receta que, efectivamente, se ha demostrado válida científicamente: los beneficios de la meditación están ampliamente demostrados a nivel experimental.
Sólo falta que nos convenzamos del todo…
Sogyal Rimpoché nació en Khan, en el Tibet oriental y fue reconocido enseguida como la reencarnación de un importante monje budista. Fue educado por destacados maestros y asistió a la pacífica muerte de muchos de ellos: enseñanzas que luego recogería en su libro.
Os dejo con sus palabras en esta entrevista de La Contra de la Vanguardia del 9/05/2005.
¿Por qué interesa tanto el budismo en Occidente?
Porque los occidentales no son tontos, claro.

¿Y qué vemos en el budismo?
Ustedes han visto ya cuánto sufrimiento mental padecen, y están descubriendo que el budismo puede ayudarles.

¿Sufrimiento mental?
Depresión, neurosis, infelicidad… ¿Por qué? ¿Por qué, si disponen de tanta riqueza, avances, tecnología, confort…?

Quizá porque todavía queremos más.
Vivirás en el mejor sobreático del mejor edificio sobre Central Park… y te tirarás por la ventana. ¿Por qué? Porque la felicidad sólo está en la mente. Todo está en los pensamientos. ¡Es la mente la que crea el mundo!

¿Mi felicidad depende de mi mente?
Sí: sufrimiento y felicidad son creaciones mentales. Por eso la enseñanza principal del budismo es ésta: “¡Domestica tu mente!”.

¿Y en qué consiste eso?
En conquistar la mente: el budismo enseña a entrenarla para aplacar emociones negativas, angustia, descontento, infelicidad…

¿Sufrimiento, en suma?
Sí. Entrenando la mente, es posible llegar al extremo de que cualquier suceso deje de parecerte adverso… para ser una bendición.

¿Hasta ese punto? ¿Cómo conseguir eso?
A mí me ayudó esta frase que leí hace 30 años: “El agua, si no la remueves, se vuelve clara”. Pues bien, la mente es como el agua.

No hay que removerla.
La enturbian los pensamientos. Una mente calma es un cielo azul: los pensamientos son las nubes que lo tapan. ¡No te identifiques con esas nubes, y busca ver el cielo!

Difícil: la vida es complicada y hay que darle tantas vueltas al coco…
¿Sí? “Todos los problemas del ser humano derivan de su incapacidad de sentarse solo en una habitación”, escribió Pascal…

Pero consuela tanto estar distraídos…
Nos distraemos de nosotros mismos con pensamientos: son astucias del ego que nos apartan de nuestra esencia, son falsas visiones a las que nos aferramos, nos apegamos.

¿Tanto nos autoengañamos?Escuche este cuento que narró Buda… Un mercader tenía una bella esposa y un hijo pequeño. La esposa enfermó y falleció, y el mercader cifró toda su felicidad en ese niño. Mientras estaba en un viaje, unos bandidos asolaron la aldea y se llevaron al niño. A su regreso, el mercader vio un cuerpo de niño calcinado y lo tomó por el de su hijo.
Pobre hombre, cuánta desgracia…
Practicó una ceremonia de cremación del hijo, y conservó las cenizas en una bolsita de seda. Trabajaba, comía y dormía aferrado a la bolsa y a su desesperación, llorando…

Comprensible…
Un día su hijo escapó de los bandidos y llamó a la puerta del padre. Era medianoche y el padre sollozaba junto a las cenizas. “¡Soy yo, papá!”, gritó el hijo. El padre pensó que alguien le gastaba una broma cruel, y no abrió. El hijo llamó cien veces, inútilmente,hasta que se fue. ¡Nunca volvieron a verse!

Ya veo: nos apegamos a nuestra verdad…
… y no sabemos dar la bienvenida a la verdad en persona cuando llama a la puerta.

Pues ayúdeme a estar abierto y alegre.
Cada vez que vea o hable con otra persona, piense que esa persona es usted.

Buen ejercicio… Y difícil.
Entrene su mente en eso. Verá qué bien.

¿Y si yo me odio? Odiaré a todos, pues.
Haga este ejercicio: inspire, y a cada inspiración imagine que recoge usted todo el dolor, desgracia, angustia y sufrimiento de los otros; y espire, y a cada espiración difunda hacia los otros bondad, consuelo, amor.

¡Se supone que el que estaba mal era yo!
Precisamente: tus males derivan de preocuparte tanto de ti mismo, del yo, yo, yo…

Pero si estoy sufriendo yo…
Yo, yo… ¡Ábrete al sufrimiento de los otros!: eso es la compasión. Y empieza a meditar: quieto, concéntrate en tu respiración, obsérvala, eso sosegará tu mente. La práctica de la meditación conduce a la paz interna.

La panacea, lo que todos buscamos…
Lo que te digo no es cuestión de fe: te bastará con probarlo y saborearlo por ti mismo.

¿Qué tipo de paz interna es esa?
La falacia del ego se disuelve, las emociones negativas pasan… Eso es la sabiduría: como la compasión, está también dentro de ti.

¿Basta con ponerse a meditar?
Poquito a poco… Pero si lo intentas, te llenará de tanta alegría y fuerza que querrás seguir. Hoy los estudios médicos ya han probado 
los múltiples beneficios psicosomáticos de la meditación (sabiduría) y del amor (compasión): el ritmo cardíaco se equilibra, el sistema inmunológico se refuerza…
Entonces el Dalai Lama estará perfecto…
El Dalai Lama es un hombre bueno, y verle estimula a la humanidad a intentarlo.

La humanidad insiste en la barbarie, Occidente en especial: ¡no somos tan inteligentes!
Sí, sí lo sois, pero sucede que aún ponéis la inteligencia al servicio de la ignorancia.

¿Qué ignoro?
Que puedes tomar la decisión de ser feliz.

Pero hay dolor, sufrimientos, heridas…
Sí, pero no seas ignorante: ¡no te dejes engañar por todo eso, no te identifiques con eso! Ésa es una visión errónea, ignorante.

No es nada fácil.
Ya: si hace mucho que no te duchas, al hacerlo saldrá mucha mugre y te asustarás. Si perseveras, el agua saldrá limpia. Persevera.

Ustedes no le piden nada a Dios, veo…
A la sabiduría y a la compasión que palpitan dentro de ti podrías llamarlas Dios.

¿La humanidad será divina un día?
Un día, dentro de muchos eones…





miércoles, 2 de junio de 2010

Hábitos- Krishnamurti

Observar cómo se forman los hábitos
Si no nos liberamos del pasado, no hay libertad en absoluto, porque la mente jamás es nueva, fresca, inocente. Sólo una mente así es libre. La libertad no tiene nada que ver con la experiencia, nada que ver con la edad; me parece que la esencia misma de la libertad radica en comprender todo el mecanismo del hábito, tanto de los hábitos conscientes como de los inconscientes. No es cuestión de terminar con el hábito, sino de ver totalmente su estructura. Ustedes tienen que observar cómo se forman los hábitos y cómo, negando o resistiendo un hábito, se crea otro hábito. Lo que importa es estar por completo conscientes del hábito; porque entonces, como verán por sí mismos, ya no hay más formación de hábitos. Ofrecer resistencia al hábito, combatirlo, rechazarlo, sólo da continuidad al hábito. Cuando combatimos un hábito en particular, damos vida a ese hábito, y entonces el mero combatirlo se convierte en un nuevo hábito. Pero si uno está simplemente alerta, sin resistencia alguna, a toda la estructura del hábito, encontrará que se ha liberado del hábito; y en esa libertad tiene lugar algo nuevo.
Sólo la mente embotada, adormecida, crea hábitos y se aferra a ellos. Una mente atenta de instante en instante ‑atenta a lo que se está diciendo, atenta al movimiento de las manos, de los pensamientos y sentimientos- descubrirá que la formación de nuevos hábitos ha llegado a su fin. Es muy importante comprender esto, porque en tanto la mente esté acabando con un hábito y, en ese proceso mismo, creando otro, no puede ser libre jamás;
y sólo la mente libre puede percibir algo que está más allá de ella misma.
31 de mayo; Obras Completas de J. Krishnamurti - Vol. XIII