lunes, 21 de febrero de 2011

TV3 y los Servicios Sociales

Llevo días con ganas de escribir sobre una simple frase del guión de la telenovela catalana La Riera que me despertó indignación. Una sola frase con toda una trama que están desarrollando extensamente y que me lleva al cabreo.
Brevemente explicaré que la serie retrata a algunos personajes bastante mafiosos, una familia con sus luces y sus sombras.
Uno de ellos es propietario de un piso que tiene desocupado y en venta. Cuando logra venderlo, se encuentra con que una pareja con un niño pequeño han ocupado el piso y han cambiado la cerradura.

Y aquí empieza la serie, para mí, de detalles desafortunados de esta historia:
1. El propietario, bastante mafiosillo él, en vez de acudir a las autoridades competentes (bah, me voy a pasar meses antes de recuperar el piso), decide enviar a algún matón para echarlos.
2. Otro personaje de la serie, que ha sido ladrón y estafador durante toda su vida se entera de esto y, ni corto ni perezoso va a chivárselo....¡al cura del pueblo!!
3. ¿Porqué al cura del pueblo? y aquí viene lo que más me ha indignado: ante la indicación del propio cura de acudir a Servicios Sociales, el tío va y dice: ¡sí hombre! para que les hagan recorrer pasillos y pasillos sin darles solución!
4. El cura del pueblo decide ir a ver al propietario para convencerlo de que deje a los sin techo en su piso, que sea "un buen cristiano" renunciando a lo suyo en beneficio de una familia que lo necesita.

¡Pero bueno! ¿Es que hemos vuelto a la Edad de Piedra, o mejor dicho a la Edad Media en la que sólo la Iglesia tenía autoridad moral y no moral sobre cualquier asunto?
¿De qué han servido siglos de profesionalización y especialización laborales?

Los guionistas se han cargado de un plumazo instituciones enteras, como los Servicios Sociales, que lidian, con pocos recursos, con todos los sectores más desfavorecidos de la sociedad. Profesionales (trabajadores sociales, educadores, psicólogos, administrativos, auxiliares,  etc.) que, con un sueldo irrisorio, pasan sus jornadas escuchando y solucionando problemas y situaciones durísimas.

Que los Servicios Sociales y especialmente los trabajadores sociales tenemos mala fama, es de todos sabido. Y es injusto, muy injusto. No es la primera serie televisiva en la que, cuando aparece un trabajador social, es como si dijeran: ¡cuidado, qué viene el lobo!
Separamos a hijos de sus padres, encerramos a drogodependientes y hacemos que la gente recorra pasillos sin darles solución....¡pero la Iglesia sí tiene soluciones!
Lo que sí tiene es dinero, probablemente mucho más que la partida asignada por el Gobierno para los Servicios Sociales.

Con datos concretos: estando yo de trabajadora social en una residencia geriátrica, el sueldo por convenio que yo cobraba era de 40€ más que la chica que venía a planchar. ¿Dónde está valorado que yo haya estudiado una carrera de 3 años, la responsabilidad que tenía con los ancianos, con sus familias y con la solución de problemas personales y humanos que afrontaba cada día?

¿Realmente la gente cree que los trabajadores sociales nos dedicamos a joder la vida de los demás? ¿que separamos a hijos de sus padres por pura crueldad? ¿Alguien se ha parado a pensar lo duro que es eso, si es que llega el momento en que se valora que un niño estará mejor sin sus padres? Y esa valoración no es gratuita ni fortuita. Os puedo decir que, antes de llegar a esa decisión, se han buscado muchas otras soluciones, se han dado oportunidades a los padres para rectificar su conducta, que no es otra que la del maltrato del niño, se les ha ayudado de diferentes maneras. Se valora con mucho cuidado lo mejor para el niño  e incluso a veces, se decide dejarlo con sus padres a pesar del maltrato si el niño va a estar mejor con ellos que sin ellos. Son temas muy delicados, que no se tratan a la ligera, sino todo lo contrario.

Y volviendo a la serie de TV3, con ese desprecio hacia los Servicios Sociales y esta magnificación de la  labor de la Iglesia en los asuntos sociales, se han cargado de un plumazo varias profesiones y todo lo recorrido con tal de profesionalizar una labor que antes estaba en manos de la beneficencia, de la "buena voluntad" de los feligreses, que ayudaban o no ayudaban en función de su propia moral, fomentando la caridad mal entendida, que no es más que dar a su conveniencia para calmar su conciencia.

La Nueva Ley de Servicios Sociales en Catalunya aboga por hacer a las personas responsables de su propia vida. No es darles la dinero, comida, alojamiento "por la cara", sino que propone hacer un trabajo con las personas para que dejen de ser dependientes de los Servicios Sociales. A veces se logra y otras no, pero nos alejamos, afortunadamente, de crear dependencia en las personas, se las ayuda  a ser autónomas.

Se trata de enseñar a pescar, no de dar el pescado.

Me asusta y me disgusta la ligereza con la que los guionistas y todo el equipo de esta serie y de muchas otras tratan temas complejos y sensibles. Una cosa es hacer una crítica constructiva. Fallos, errores, carencias, las hay en todos lados. Los Servicios Sociales no son una excepción y se cometen muchos. Pero de aquí a cargárselos alegremente en favor de la Iglesia, me parece muy grave.

En esta serie se han cargado con mucha ligereza, tan sólo con este tema, la ley de la propiedad (el propietario, por mucho que sea una "mala" persona, tiene derecho a hacer con su piso lo que le dé la gana...y si no, ¿qué haríais vosotros en este caso? ¿Renunciar a vuestro piso? Estoy segura de que no.
Se han cargado la labor de la autoridad competente en saber qué hacer con esas personas sin techo y se han cargado la labor de los Servicios Sociales. Todo lo solucionará el párroco del pueblo.

Chicos, yo no sé para qué tanta profesión, tanto Estado del Bienestar, tanta institución. Que se ocupe de TODO la Iglesia y punto.  ¿O no?

jueves, 17 de febrero de 2011

El deseo en Vipassana (de la web Conciencia Sin Fronteras)





En Budismo el deseo es el principal obstáculo para el desarrollo espiritual. Puede ser deseo sexual, sensual, … ya que hay numerosos objetos sensuales que entran por los ojos, los oídos, las fosas nasales, la lengua, el cuerpo, y se trata de manejarlo adecuadamente.

La práctica de Vipassana nunca supone suprimir, sublimar o controlar. Se trata de aceptar nuestro deseo cuando surge, establecer una relación con él y permitirnos experimentarlo; es decir, dejamos que el deseo aflore y lo abrazamos, pero sin llegar a ser el deseo. No nos identificamos con el deseo, sino que simplemente lo experimentamos.

La actitud occidental ante el deseo es la de realizarlo, la de satisfacerlo, mientras que en Vipassana no tratamos de actuar: primero lo acogemos y lo experimentamos plenamente estableciendo una relación con él. Por ejemplo: cuando sentimos el deseo de comida y la comida está frente a nosotros, lo que queremos es comer. Entonces, primero sentimos el deseo al permitirle que acceda a la conciencia y se despliegue completamente: así contemplamos el deseo y tratamos de comprenderlo, ya que el deseo es una energía que está dentro de nosotros. En definitiva, lo que hacemos es experimentar la poderosa energía del deseo, no pensar acerca de ella.

El deseo puede ser conectado al cuerpo o puede ser conectado a la mente, a la psique, y al observarlo podemos experimentar la intensidad y el poder de su energía. La clave está en experimentarlo, no en pensar acerca de él.

Cuando nos identificamos con el deseo, en lugar de percibirlo como es, nos vemos arrastrados irremisiblemente a la acción; en este caso la energía del deseo es muy poderosa y la acción se lleva a cabo de forma compulsiva y condicionada. Pero si lo observamos tal y como es, es decir, si no nos identificamos con él, nos podemos separar de él y realizar nuestra auténtica elección: así la acción será el resultado de la comprensión clara y de la toma de conciencia. Por tanto, se trata de percibir el deseo, dejar que se haga poderoso dentro de uno mismo, como una entidad independiente dentro de la persona, en su conciencia, en su cuerpo… observándolo y relacionándose con él, es decir, experimentándolo plenamente. A través de este proceso el deseo pierde mucho de su poder.

Un vez que se conoce bien el deseo, la acción llegará como un resultado de nuestra visión y comprensión obtenida a través de la experiencia directa del mismo.

El deseo tiene un aspecto destructivo, ya que nos empuja a la lucha, pero puede ser transformado y convertirse en un anhelo, que es una especie de deseo elevado, algo mucho más gentil. Esto es válido para todos los tipos de deseo. Incluso en el sexo: si hemos realizado el proceso de observación y experimentación del deseo adecuadamente, podremos disfrutar mucho más de la acción, ya que no somos arrastrados a ella y, por consiguiente, podemos ser más amables y armoniosos.

La clave es no actuar siguiendo el deseo compulsivo, ya que éste implica tensión física, mental o emocional. Por el contrario, se trata de llegar a la acción desde un estado muy claro y relajado.

En el Budismo existen una serie de reglas morales, por ejemplo, no practicar sexo durante las festividades budistas. Cuando practicamos Vipassana yo creo que no necesitamos reglas, ya que confiamos en la propia toma de conciencia, en la mirada interior y en la comprensión directa que resulta de haberse abierto al deseo y haber experimentado plenamente su energía antes de actuar.

lunes, 14 de febrero de 2011

Frases elegidas del film ¿Cómo cocinar tu vida?

(Recibido de una lista de correos, gracias Lía)

Mi maestro, Suzuki Roshi decía:
"Cuando estas cocinando, no sólo estás cocinando,
no sólo estás trabajando con comida,
también estas trabajando en ti mismo.
Estás trabajando en otras personas."
 
Me gustaría que estudiaran. Estudiaran... por un lado, cocina...
...y por otro lado, se estudiaran a si mismos.
Estudien qué es la felicidad, qué es la alegría.
¿Qué es lo que realmente quieren en sus vidas?
Es fácil pasar por toda una vida...
...sin tener realmente lo que uno quiere...
...y persiguiendo muchas cosas.
Sobre todo en nuestro mundo moderno.
Es importante estudiar:
como hacer para que lo que queremos...
...entre en nuestras vidas,
entre en nuestros corazones.
 
Si bien estamos cocinando la comida,
en la práctica, la comida
nos está cocinando a nosotros.
Trato de seguir a la masa,
prestarle atención a lo que
la masa me está diciendo.
 
 
Lo que hacemos es aprender y ofrecer...
Para mi, se trata de desarrollar
la atención y la conciencia...
...y también lo que en el Tenzokyokun
entendemos por las 3 mentes:
La gran mente,
La mente alegre...
Y la mente amableYo espero..., mi deseo, mi intención...,
...yo siento que estamos desarrollando esas mentes...
mientras utilizamos la comida como vehículo.
La gente me pregunta: "¿Cómo lo haces?"
y yo les respondo: "Estoy amasando"
Es lo que estoy haciendo,
y es cómo lo estoy haciendo.
 
 
 
 
 
"Cuida los recipientes y las
herramientas como si fueran tus ojos.
Trata la comida, pensando
que es así de preciosa,
como si fueran tus ojos.
Manejala con cuidado y sinceridad.
No desperdicies ni un solo grano."
 
Cuando recién empezaba a cocinar,
le pregunté a Suzuki Roshi
si tenía algún consejo para mí.
Él dijo: "Cuando laves el arroz...
...lava el arroz.
Al cortar las zanahorias,
corta las zanahorias.
Al revolver la sopa,
revuelve la sopa."
Esto suena simple y obvio...
...pero la mayor parte del tiempo...
no pensamos en lo que hacemos.
No estamos viendo con nuestros ojos,
sintiendo con nuestras manos.
Estamos pensando en
cualquier otra cosa.
Tenemos muchas cosas en nuestra mente.
Así que no es tan simple.
Haz lo que estás haciendo.
 
 
 
Si mientras estás leyendo algo, piensas:
"Hay un pájaro ahí,
hay una urraca azul en mi techo."
"La urraca está cantando,
pero no canta muy bien."
Si piensas así, eso será ruido.
Pero si no estás
perturbado por la urraca,
la urraca va a llegar a tu corazón,
y tu serás una urraca,
una urraca que está leyendo algo.
El pájaro ya está aquí,
ya está en mi mente,
y yo estoy cantando con el pájaro.
Suzuki Roshi dijo:
"Permite que las cosas lleguen a tu corazón."
 
¿Permites que las cosas lleguen a tu corazón?
¿O de alguna manera te proteges,
te ocultas, o te defiendes...
para que las cosas no lleguen a tu corazón?
 
 
 
 
Resulta que lo que es tan doloroso en nuestra vida...
...es que estamos separados de nuestro corazón.
En realidad, el problema no es...
...que las cosas no estén haciendo lo que queremos que hagan.
El problema es, que porque ellas no hacen lo que nosotros queremos...
...las separamos de nuestro corazón,
nos protegemos a nosotros mismos,
y nos distanciamos.
Y luego, encontramos este dolor dentro.
Es algo así. Un dolor interno. Un anhelo.
Por lo tanto, una estrategia es esta especie de disociación,
o de separación, de distanciamiento de las cosas. La ausencia.
Y la otra estrategia básica... ...que se le ha ocurrido a la gente a lo largo de los años es...
...tomar una posición dominante, vigorosa...
...y decirle a las demás cosas y personas:
"Vas a hacer lo que yo digo"
Y usar insultos... o intimidaciones de cualquier tipo.
 
Suzuki Roshi dijo:
"En tu cultura, tienen la idea de controlar las cosas.
Y si no puedes controlarlos,
si esas cosas, si esas otras personas o países...
...no hacen lo que quieres...
...los destruyes."
 
 
 
"Dos tercios de tu vida han pasado...
...sin siquiera pulir una parte...
...de tu fuente de santidad.
La vida te devora.
Tus días están ocupados...
...con esto y aquello.
Si no cambias al escuchar mis palabras...
...¿qué más puedo hacer?"
 
Ir cada vez más rápido es una
enfermedad de nuestros tiempos.
Es algo muy desafortunado.
Cuando me apuro tengo la sensación
de que la vida se me está pasando.
Ya no le presto atención a los niños.
Detenerme a mi mismo, y volver al presente,
es un gran alivio. Restablece mi espíritu.
 
 
 
 
 
Descansa en lo inmediato,
como si fuera infinito.
Eso es religión.
No tienes tranquilidad,
porque te ocupas de todo.
 
 
 
 La sinceridad es la cualidad
dónde se dejan ver las imperfecciones.
 
 
Las líneas de tu rostro ...
...son, en realidad, parte de tu sinceridad.
Hay cosas que no tienen lineas,
que no envejecen...
...como el plástico.
El plástico no es sincero. No envejece. No le aparecen líneas.
Así que cuando algo envejece...
...en realidad, apreciamos las líneas.
Apreciamos cómo se ve.
Vemos algo real.
Estamos viendo lo que es real.
Estamos viendo algo como lo que es.
 
Tu tienes valor propio.
Y ese valor, ya sabes...
...no es...
...un valor comparativo ...
...o un valor intercambiable.
Ha sido determinado por algo mayor.
 
Un día, durante un té, un estudiante
que estaba junto a Suzuki Roshi le preguntó:
"Entonces, ¿qué piensa usted sobre todos estos estudiantes locos del Zen?"
Roshi dice, "Creo que todos han llegado a la iluminación....
...hasta que abren la boca."

miércoles, 9 de febrero de 2011

A través del velo...un tupido y oscuro velo



Hace ya varios años que abrí este blog con el nombre "A través del velo". ¿Por qué "a través del velo"?
Porque en mi vida tiene un importante peso descubrirme a mí misma, desvelarme, conocer mis profundidades, la sombra y la luz que habitan en mí. Eso me ha llevado hasta mi actual profesión de psicoterapeuta Gestalt.

El velo, para el hinduismo, se llama Maya. Maya nos impide ver la realidad. Yo creía que era algo externo a mí, como si el Mundo fuera un sueño y nada fuera real. El velo era como una niebla que distorsionaba la verdad, lo obvio, lo que hay.

Y así es, Maya es todo esto, Maya es un velo, una niebla, una ceguera, una distorsión, y no es externa, es interna, es propia. Cada uno de nosotros distorsiona según su carácter y estamos convencidos que lo que vemos es lo que hay. De ahí a discusiones, conflictos y guerras no hay más que un paso.

La distorsión es tan sutil, tan fina, tan puta, que es muy difícil de descubrir. Aparenta ser como el velo de la foto de este blog: tenemos la sensación de estar viendo lo que hay detrás con toda claridad, tanto que si alguien nos dice que ve algo diferente, lo vamos a tachar de loco.

El proceso personal lleva a ir despejando esa niebla, a sacar capas del velo y a aceptar que sí, que miramos a través de él. En mi experiencia, sólo la aceptación de mi ceguera me permite percibir la realidad un poco más claramente y sobretodo, a aceptar a los demás con su propia distorsión.

La Gestalt, junto con la Meditación Vipassana, es para mí la combinación perfecta para poder darme cuenta del tupido velo que distorsiona la realidad. La Gestalt es la filosofía de lo obvio, una actitud de vida que facilita ver lo que hay, detectando paciente y atentamente la ilusión creada por la densa niebla.

Según Wikipedia, la meditación vipassana es una técnica de autodiscernimiento basada en la observación de la mente y la materia y sus aspectos de impermanencia, insatisfacción y falta de una esencia inherente e independiente o «yo». O sea, Gestalt y Vipassana son lo mismo. Se trata, básicamente, de la auto-observación, sin pretender cambiar nada, sólo observando y dándose cuenta de lo que hay.


Lo que sana es ver lo que hay. Sencillo, simple....y difícil.


En mi caso, cuanto más hondo voy, más profundidad encuentro, más capas del velo aparecen.


Sólo a través de la aceptación de lo que soy, de mi humanidad en todos los sentidos, de la rendición y de la entrega, alcanzo cierta paz.