domingo, 20 de abril de 2008

Lo que yo quiero

Sigo con el tema que es la estrella de los últimos días para mí: la responsabilidad, etimológicamente algo así como "responder libremente, dar respuesta desde la libertad". En nuestra sociedad entendemos por responsabilidad las obligaciones, los tengo que, porque es lo que me han enseñado, porque es lo que espera de mí la sociedad, la empresa, mis padres y mis hijos. Porque es lo que está bien, a diferencia de lo que está mal. Me gustaría saber quién decidió un día lo que estaba bien y lo que estaba mal, está visto que ni aún así nos ponemos de acuerdo entre nosotros y lo que está bien para mí está mal para tí y viceversa. De todas formas, creemos tener claros ciertos conceptos del bien y del mal en los que coincidimos por cultura, por costumbres, por leches en vinagreta.

Parece que nuestro concepto de responsabilidad nada tiene que ver con su etimología, pues hacer las cosas por obligación o porque así lo dicen las normas sociales, la cultura o la madre que los parió, es todo menos libertad. Por lo tanto, deduzco que la mayoría de nosotros no tenemos ni la más puñetera idea de lo que es auténtica responsabilidad, al menos yo hasta ahora, ni puta idea.

Intentaré transmitir en este medio que se basa en símbolos conectados a nuestra mente lo que yo siento que es, lo que he experimentado en estos últimos días en relación a ella y que no tiene nada que ver con el coco, ni con obligaciones, ni con conceptos sociales.

La responsabilidad es para mí una sensación física de fuerza en el estómago, una solidez, una determinación. La seguridad y certeza interna, alejada de parámetros convencionales, de que eso es lo que QUIERO, no lo que DEBO. Y ese querer no es fruto del capricho, ni del deseo, ni de lo que esperan los demás de mí, ni tan siquiera de lo que espero yo de mí misma, sino de la atención, de la consciencia que proporciona el aquí y el ahora, dándome cuenta de lo que pienso, de lo que siento y de lo que hago.

La responsabilidad auténtica implica tomar decisiones, elegir, escoger y desechar; implica el riesgo de equivocarme y de aceptar el error, sabiendo que, si he puesto toda mi atención y mi consciencia en esa decisión, lo he hecho lo mejor que he podido y sabido con los elementos que en ese momento tenía a mi alcance. Si ejerzo la responsabilidad de esta manera, elimino el sentimiento de culpa, aceptando que en las circunstancias existentes, elegí la mejor solución posible, la mejor respuesta, la mejor elección que podía y sabía. El sentimiento de culpa es, en realidad, una forma de prepotencia ya que doy por supuesto que lo podía haber hecho mejor de lo que lo hice con los elementos que había. Y no. Aceptar mis limitaciones de ser humano es parte de mi responsabilidad. Si me equivoco, sostengo dignamente el error y asumo las consecuencias de mi decisión.

También tiene que ver para mí con la intuición, con una sensación de certeza interna que no tiene explicación mental. Ayer, por ejemplo, estaba yo ordenando y limpiando mi casa, dispuesta a tirar todo aquello que no me sirve o que ya no quiero. Monumental tarea para mí que soy una acumuladora nata. Tengo montones de objetos de decoración, por poneros un ejemplo. Que si éste me lo regaló mi madre, que si éste otro lo traje del viaje a Egipto, que si el de más allá es un recuerdo de un sitio especial, que si aquél es una figura de barro hecha por mi hijo cuando tenía 3 años.... en fin, todos tienen historia y un motivo para permanecer en mis estanterías. Cuando tengo que sacar el polvo y poner orden, me agobio muchísimo y lo hago rápido y de cualquier manera para acabar lo antes posible, cuando no me voy al otro extremo y lo tiro todo para no angustiarme con la selección.

Ayer fue diferente: tomé objeto por objeto en mis manos, lo miré atentamente y me dejé sentir si realmente quiero, en estos momentos de mi vida, tenerlo entre mis cosas. Me di cuenta de que muchos ni me gustan, otros que sí me gustan pero ahora no me apetece tener a la vista y los que realmente quiero tener son los menos. Una vez hecha la selección vino el segundo paso: ¿dónde lo quiero tener? Fui colocando, cambiando, recolocando. Lo miraba y me dejaba sentir si era ahí y así como lo quería hasta que SENTÍA que aquél era su sitio. El resultado ha sido fantástico y cada rincón tiene una armonía que nunca antes había logrado. Disfruté como una vaca haciéndolo, descubriendo la libertad de elegir, a diferencia de la esclavitud de tenerlo todo y no disfrutar de nada.

Traspolando lo de los objetos a cualquier situación de mi vida, me di cuenta de que aguanto situaciones o relaciones por no decidirme a elegir, por no hacerme responsable de lo que realmente quiero en mi vida y de cómo lo quiero, huyendo de las sensaciones desagradables por no expresar mi disconformidad y así evitar el trance de la pérdida, de la separación, de la confrontación.

Es más fácil echar las culpas a la mala distribución del piso y a su arquitecto que asumir la responsabilidad de mi espacio vital; es más fácil generalizar y echarle la culpa al sistema que conectar con lo que yo quiero y puedo hacer por mí y por los demás, dentro de mis posibilidades; es más fácil acusar a un amigo de no llamarme cuando lo necesito que llamarlo yo y pedirle ayuda, arriesgándome a que no pueda o no quiera hacerlo, a recibir un NO por respuesta.

En relación a las personas, ahora entiendo algo que me ha pasado en algunas ocasiones. Al ver por primera vez a algunos de mis amigos y mirarlos a los ojos, suelo tener una sensación curiosa: un reconocimiento, una sensación física de cercanía, de conexión. No me ha fallado nunca. Antes o después, esa persona ha sido y es importante en mi vida. Esa sensación es la señal: apuesto por ella, me arriesgo y confío. Asumo la responsabilidad de esa elección porque es lo que yo quiero y sé que lo quiero porque intuitivamente lo he percibido.

Nada que ver con la obligación, nada que ver con lo socialmente aceptable, nada que ver con lo que dirán los demás de mí, nada que ver con mi propio auto-concepto.

Simplemente es lo que quiero.

13 comentarios:

Isabel dijo...

Joder Ana! Eres mi ídolo. Viva la madre que te parió, el padre que te hizo y la responsabilidad que has sabido saber elegir. Transmites nena, mucho, muchísimo más de lo que tú crees.
Sabes que estoy totalmente de acuerdo con tu texto, con cada una de las líneas, los puntos y las comas, igual que sabes que para mí has sido escuela en está materia (como en otras tantas).
Siempre es más fácil culpar a otros a los otros y no asumir nuestra responsabilidad, pero, sabes sólo es una mascarada y una frustración más…La libertad, la autentica libertad es “el quiero” con todas sus consecuencias buenas, malas, malísimas o hermosas. “El debo” es la argolla que nos mantiene unidos a la cadena que nos impide movernos a nuestro antojo.

Llevo una semanita de mierda, tú sabes tema menstruación, menopausia y la madre qué parió semejante berenjenal, que mi vida sexual se está viendo reducida a me encuentro mal y ya está bien coño!. Ufff qué alivio comentarte esto que no viene a cuento, pero oye me libera.
Bueno; a lo que iba que hoy (al encontrarme mejor…por fin) yo también he estado armonizando mi jardincillo, he tirado plantas, he arrancado otras, he plantado nuevas y al terminar (nueve de la noche) y mirar el porche he sentido una exención de la hostia…algo parecido a un orgasmo jajajaja. Como tarea pendiente, quiero un día de estos (sin prisas, que me agobian) limpiar la casa.

Besos muchossss besos mi querida hermana.

P.S. oye el día qué me viste sentiste esa conexión?

P.S.2. entre "lo que yo quiero" estás tú

P.S.3. me voy a hacer fabada, debería haberla hecho antes, pero a eso de las diez (noche) me ha entrado un sueño, que he tenido que echar la siesta.

Isabel dijo...

Perdón, perdón, TENIDO, NO, QUERIDO. Jajajajaja (lo de la siesta)

Irreverens dijo...

¿Hoy te habrás quedado a gusto, eh, guapetona?
:)

El otro día enhebraste la aguja y hoy nos dejas un texto bordado.
Comparto tu visión de la responsabilidad en la vida. Es el vivir consciente, sabiendo lo que se quiere, y ser capaz de responder por los propios actos. Nada que ver con obligaciones impuestas (por otros o por nosotros mismos).

Genial post, Ana.
:)))

Por cierto, seguro que lo conoces pero, por si acaso, precisamente anoche hice un mini-post en mi blog sobre un autor que trata este tipo de cuestiones.

Petonassos

Maria dijo...

Si de tu anterior post dije que no había leído algo tan extraordinario en muchisimo tiempo ¿qué demonios puedo decirte de este que ahonda sobre el asunto hasta dejarlo meridianamente claro? Llegar a ese grado de equilibrio tiene mucho mérito, más teniendo en cuenta lo difícil que nos resulta a todos hacer esas distinciones que parecen tan fáciles cuando las hace otro. Ser capaz, además, de contarlo como tu lo has hecho ya es maestría, o iluminación que dirían los filósofos. Enhorabuena y que las constelaciones sigan iluminándote por mucho tiempo.

tootels dijo...

¡¡¡niña escribes cómo los angels!!!
Y la Iria... pues eso que te voy a contar... que ya no sepas...
La responsabilidad... hummm... vaya temita... siempre la hemos ligado a la edad, no crees?... pues creo que es así... la responsabilidad va ligada a la experiencia, pues de las situaciones en las que hemos actuado o tomado decisiones( benditas opciones, que si no ya me contarás), hemos sacado una idea de lo que debemos, queremos, tenemos que hacer.. no se, me gusta tirarme al barro... mi mujer confía plenamente en mis acciones, ya sean obras(casi nunca de caridad, jojojo), vacaciones, teatro y demás.... cuando fuimos a Barna, hace poco, cogí mal los datos del vuelo de vuelta.. total que perdimos el vuelo... lo normal es que mi mujer me petase el troglo a base de movidas y quejas e historias... pero creo que ella tenía muy claro quien había tomado la decisión, errónea o no y no fue a ningún sitio... bueno si.. al bar a apestarnos de cervezas para calmarme... porque no hay nadie a quien le pese más la responsabilidad qe al que la toma... no hace falta nadie para que te diga la cagaste... pues de esas experiencias te hablo... estas y otras no tan negativas o menos relevantes son las que nos ayudan a ser mucho más responsables o experimentados, no crees?... que conste que me dejo llevar por las teclas.. este pensamiento no es nada racionado, pero me hago responsable de él.. es cómo mi hijooo... ainsss... ven con papá... hago un corta y pega y me lo llevo al notebook.. responsable que es uno...

A través del velo dijo...

Iria, tú es que me lees con muy buenos ojos, siempre lo haces!! Con lo de la semanita de mierda tema menopausia y vida sexual "me encuentro mal", pues mira, has compensado con el orgasmo que te ha dado con tus plantas!! jeje
El día que te ví, al verte estaba descolocada. Me hacía extraño tenerte ahí ante mí tras tantas horas de relación virtual. ¿Sabes cuando sentí la conexión? En mi coche, delante del piso de Mataró, cuando nos despedimos, nos abrazamos y se nos saltaron las lágrimas a las dos.
Alucino contigo Iria... fabada a las 3 y pico de la madrugada!! jajajajaja!!! Yo también te quiero...

Irre: me he quedado muy a gusto. La semana pasada intenté escribirlo, pero nada, el tema aún no estaba maduro. Durante toda la semana he ido vivenciando eso de la responsabilidad. Eso me hace darme cuenta de que el buen puchero se hace sin prisas. Cada cosa tiene su momento. Me ha hecho gracia la entrevista que tienes linkeada en tu blog de Alex Rovira, tiene mucho que ver con lo que quiero decir yo, mejor explicado, eso sí!!.
Petonets wapa!!

Una vez más María, gracias por tus piropos. Me alegra de verdad que mis escritos lleguen y se entiendan, no siempre estoy segura de ello. Digamos que mis horas de terapia, tanto dando como recibiendo sirven de algo!!! menos mal!! jajajaja!!

Tootels, es cierto que un niño no puede ser responsable tal como entendemos habitualmente la responsabilidad, aunque a su manera y en función de su edad, a veces lo son más que los adultos. Un niño sabe bien lo que quiere, conecta mucho mejor que nosotros con sus necesidades y las pide sin remilgos. Aún no ha aprendido lo que son las obligaciones, afortunadamente. Lo que no tiene es la madurez de asumir las consecuencias de sus actos y actúa más por deseo que por voluntad. La experiencia es un grado, pero la edad no, al menos para mí. La mayoría de adultos confunde la responsabilidad con la obligación, eso es lo que intento decir con el texto.
Besitos wapo!!

Anónimo dijo...

Hoy,he quedado para tomar un café con una amiga. Le estaba contando los motivos por los cuales no me quería separar en estos momentos... Precisamente uno de ellos era por causa de la RESPONSABILIDAD. Le contaba que yo, cada día, levanto y acuesto a mis hijos. Es una cosa que me encanta y que me llena, y que también me sentía responsable de ellos. Puede que sea lo mismo, en el fondo.

Ella me decía que cuando mis hijos fueran mayores, yo ya sería viejo, y habría perdido mi vida...

Bueno, creo que la vida no es más que lo que queremos vivir en cada uno de esos momentos, aunque muchas veces imperfectos, en los que las cosas tienen que ser lo que son.

Felicidades por el texto

Vilo & Bellita dijo...

En verdad que lo que dices tiene mucho sentido. Para la mayoría de la gente que conozco, lo de la responsabilidad... "está, muy claro, joer" "es hacer lo que se sabe que hay que hacer". Como no decir tacos en público y que las mentiras piadosas, pues son menos mentiras porque son para evitar otras mayores ;) -que ironía, no?-.

Y esta misma gente, vive mucho de: lo que debo hacer, tienes que, deberías, no puedes hacerlo porque, siempre se ha hecho así, lo dicen los médicos de toda la vida de esa manera...

Tanto condicionarse, en vez de ser conscientes de qué vivimos, pensamos y hacemos, y responsabilizarnos totalmente de lo que hacemos o provocamos en otros. Asumir como tu dices, Ana, riesgos, decisiones, equivocarnos y volver a intentar hacerlo mejor... volvernos a equivocar, aprender de la experiencia y volver a intentarlo si procede...

Y no hacer las cosas porque "siempre se han hecho así". Y si decido que quiero cambiar la manera de hacerlas, ¿qué pasa?. Pues no pasa nada, se hace, se ve como sale, y ya está.

Genial post, chica!

A través del velo dijo...

Jordi, creo que lo has descrito muy bien: la vida no es más que lo que queremos vivir en cada momento; la cuestión es saber con certeza qué es lo queremos y muchas veces, tenemos que hacer una elección, como es tu caso en estos momentos.Y no siempre es fácil saber lo que queremos....

Vilo:Tal cual Vilo!!!

Besos a todos

Irreverens dijo...

¡Uy, qué calamidad!
:D

Quería mandar este post por email a una amiga mía pero veo que no aparece el sobrecito al lado de los comentarios...

Bueno, se lo linkeo en un correo.
:)))

Petonets

magofez dijo...

Uf! He sido muy irresponsable en muchas étapas de mi vida, me pillas en off!!!

petons!

Desesperada dijo...

ana, lo que yo quiero. qué título más acertado, qué post tan alucinante. si, lo que yo quiero. y punto. gracias.,

A través del velo dijo...

Irre, qué honor!! espero que le sirva a tu amiga!

Wilde: así vamos por la vida, a ratos en off, a ratos en on!!! jeje

Des:así de fácil!!! jajjajaj!! aunque llevarlo a la práctica a mí no me resulta tan fácil!!!

Besitos a todos