Ja hi som, ya estamos en el 2008. Muchos de vosotros habéis hecho balance del 2007, sobretodo en los últimos días de este año que ya es pasado. Habitualmente yo también suelo hacerlo y también suelo hacer algún ritual en la noche de fin de año, algo así como echar al fuego (literalmente) una lista con lo que quiero eliminar de mi vida: apegos, dependencias, actitudes que me perjudican, etc. Y hago otra con lo que quiero conseguir, lo que quiero mejorar en mí.
Este año no he hecho nada de todo esto. Ni el balance del 2007 ni la lista para echar al fuego ni la de los objetivos, ni ritual alguno de ningún tipo. La verdad es que ha habido varias circunstancias que han dado como resultado que no lo hiciera aunque mi intención fuera llevarlo a cabo. Y eso me va de perlas para enlazar con lo que os quería contar hoy en esta entrada.
Me da bastante igual no haberlo hecho este año por la sencilla razón de que, a pesar de creer en los actos simbólicos como puntos de partida de una actitud a desarrollar, antes los necesitaba y ahora mismo, no. Este año estoy sintiendo y entiendo lo que significa el poder de la intención, de la voluntad, de poner mi energía decididamente en algo y soltarlo. Sí, soltarlo, como se deja ir una flecha una vez que he plantado firmemente mis pies en el suelo, he tomado el arco, he colocado la flecha contra la cuerda y he apuntado a mi diana, tensando todo mi ser, poniendo toda mi intención en que llegue ahí donde yo he elegido. Una vez la flecha sale disparada, ya nada depende de mí. Muchos factores pueden influir para que llegue o no al lugar por mí elegido. Entonces es cuando me puedo relajar y simplemente observar el resultado de todos los factores, los míos y los del entorno.
Hay otro factor que considero importante: la voluntad sostenida, es decir, la perseverancia. No basta con decidir un día: quiero esto o lo otro. Cada día pongo toda mi energía, toda mi intención en eso que quiero alcanzar y me reafirmo en ello. No sólo desde la mente, sino con todo mi ser, desde las tripas, con total convencimiento. Puede que los resultados no sean inmediatos y ahí entra la paciencia acompañada de la persistencia y del convencimiento interno de que eso llegará a mi vida, la confianza.
En el año 2007 conseguí mi trabajo de trabajadora social en la residencia geriátrica. Casi simultáneamente, me rompí un tobillo y sólo empezar tuve que estar 15 días de baja. De esta lesión aprendí lo mucho que me cuesta pedir ayuda y mostrar mi vulnerabilidad, aceptar mi fragilidad y mi necesidad de los demás.
En el mes de abril llegó Maia a mi vida: mi gato, que se ha hecho un precioso felino, cariñoso y juguetón. Aparte de hacer la siesta conmigo y hacerle la vida imposible a la vieja gata de mi hija, lo que más me llama la atención de Maia es que parece oler cuando me voy a mi habitación a meditar. Cuando acabo lo suelo encontrar tumbado a mis pies, frente a mí, mirándome o durmiendo.
En agosto me fui a Marruecos. Muchos habéis leído mi crónica del viaje. Fue una semana repleta de bellas experiencias y mi reencuentro con una gran amiga que hacía tiempo que no veía.
En septiembre pasé unos días sola en la casa del Pirineo que mi marido y yo construimos. Al separarme, no tuve más remedio que renunciar a ella, con todo el dolor de mi corazón. Ese rincón de la Cerdanya francesa es para mí un refugio para mi alma, que perdí durante 7 años. Al morir el padre de mis hijos, dejó usufructuaria a su mujer y propietarios a mis dos hijos y a la hija de ella. Con esa situación que él expresó en su testamento, hasta mis hijos creyeron no poder poner más los pies allí si ella decidía alquilar la casa para obtener unos ingresos. Pero el tiempo suele poner las cosas en su sitio y finalmente han llegado a un acuerdo por el que mis hijos son los actuales y únicos propietarios de la casa y eso fue lo que propició que yo pudiera volver a mi querida casa.
Necesitaba estar sola ya que me había discutido y enfadado con uno de mis mejores amigos, al que creí perder definitivamente. Estuvimos un mes sin hablarnos y posteriormente pudimos solucionarlo con mucho amor.
Esos mismos días en la montaña, pasé los últimos días con mi querida Nuria, celebrando su cumpleaños, el último.
En diciembre he acabado mi formación como psicoterapeuta y me he propuesto firmemente trabajar de ello, no sólo porque me gusta sino también porque mi horario como trabajadora social se reduce a la mitad de lo que ha sido hasta ahora. Por un lado desestabiliza mi economía y por otro me da la oportunidad de dedicar más tiempo a lo que realmente quiero hacer y si logro suficiente trabajo como terapeuta, la combinación es perfecta: medio sueldo fijo y con cotización a la Seguridad Social y el otro medio más inestable y para mí más productivo y placentero.
También en diciembre ha muerto Nuria y me ha dejado muy triste, aunque con el alivio de una buena muerte y el final de sus dolores.
Los últimos días del año los he pasado en La Cerdanya con mis mejores amigos, situación impensable hace tan sólo dos meses. Ahí se me han cruzado mis dos vidas, lo cual no ha sido fácil: estar en la casa que construí con mi marido con mis amigos actuales. Una mezcla que me ha costado y aún me cuesta digerir. Siempre he tenido muy separadas mis dos vidas, a partir del momento en que me separé, nunca antes se habían encontrado. Y son muy diferentes.
Aquí lo dejo. En post aparte colgaré fotos que hice en esos días con mi nueva cámara. Espero que las disfrutéis.
3 comentarios:
Bueno Ana, un año intenso, muy intenso, en el que te ha pasado de todo y yo creo que si haces balance la inmensa mayoría bueno, con la excepción de la muerte de tu querida amiga Nuria_de la que ya hablamos y en la que no estuve a la altura de las circunstancias por mi jodida prepotencia (aquello…de ya lo sabe y tal…), inseguridad/seguridad y desidia. Aclarado este punto, te vuelvo a decir lo que te dije: hay lazos, hilos invisibles, que no son de sangre, que unen más incluso que los sanguíneos. Son esos que se construyen a base de mucho cariño, de enormes dosis de amor, comprensión, cultivo y respeto ganado a pulso. Esos lazos están tan fuertemente anudados que solo los rompe la muerte, por eso su ruptura duele en el alma. Así que entiendo perfectamente tu dolor…y bien sabes que el duelo has de hacerlo. Sobra que yo te lo diga, porque es algo que tú me enseñaste a mí. De otro lado sé que a pesar de todo estás serena ya que Nuria tuvo una muerte dulce y eso te está ayudando mucho en el proceso, yo sólo puedo estar ahí para cuando me necesites y decirte que lamento mucho tu perdida, porque me consta lo que ello conlleva y a mi me gustaría que la vida siempre te fuera bonita._
En fin feísima que te deseo un 2008 al menos tan fructífero como el pasado, de hecho sé que lo va a ser, porque para perseverancia, paciencia, empeño y ganas las tuyas.
Un abrazo muy grande.
Iria, sí ha sido intenso mi año 2007 y efectivamente, tal como dices, ha sido muy positivo a pesar del dolor de ciertas circunstancias. La vida es eso, un compendio de todo un poco, alegría, tristeza, dolor, miedo, rabia, enfados, reconcialiaciones, momentos dulces y amargos....pretender tener sólo de lo agradable sería una fantasía irrealizable y también el dolor y la tristeza, además d formar parte del ser humano, nos ayudan a valorar los buenos momentos. Con Nuria tuve una relación intensa y no quedó nada en el tintero, por eso estoy tranquila dentro del dolor. Quizás lo más importante de este año, que por cierto no he nombrado en mi entrada, es la aceptación de mí misma, alejarme de la exigencia y ser más consciente de mi humanidad, de mi fragilidad, de mi vulnerabilidad y de mi necesidad de los demás. Y a tí, Iria, te necesito en mi vida. Un enorme beso y gracias por estar ahí.
Parece que se ha cerrado un círculo y me alegro de que hayas podido disfrutar de tu casa, tus hijos y tus amigos.
Bon Any Nou i petons.
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