viernes, 14 de mayo de 2010

La razón y el amor

La razón es complicada. Siempre tiene argumentos. La razón es lineal. La razón compite. Siempre quiere ganar. La razón tiene un arma: la crítica y el juicio de valor.

El Amor es simple. El Amor irradia. El Amor no compite. Espera su turno. El Amor no tiene armas pues no pelea.

El vínculo entre la razón y el Amor, cuando es regido desde la razón, es descalificatorio del Amor. La razón quiere reinar, no admite contradicciones. La razón quiere tener razón. La razón es dominante y somete y propone un vínculo sometedor-sometido.
La mente es dispersa y errática.

La mente ve las superficialidades y los detalles.

El Amor espera su cita con la razón, pacientemente. El Amor tiene paciencia y espera. Cuando no puede pasar, no empuja; espera.
El Amor es invencible porque ES.
El Amor es invencible porque es la esencia de todas las cosas.
El Amor es difuso y concentrado, estable.
El Amor ve las profundidades y las esencias.
La razón tiene una función importante y valedera: la capacidad de discriminación, en un mundo cuyo código de tiempo y espacio comparte con otras "razones". Sirve para comunicarse a través de las palabras, fruto de la razón.
Discrimina y distingue entre, por ejemplo, un pino y un rosal y así pretende no confundirse; hasta que su camino tan largo y sinuoso, de tantas vueltas, lo confunde. Y como no tolera la confusión, sale rápidamente con más armas argumentales para ganar.

El Amor no se comunica con palabras. Se siente, pues es una vibración difusa, una irradiación.

La razón tiene una cita con el Amor en la integración de la personalidad.
Y como esta cita es con uno mismo y es evolutiva, alguna vez se ha de realizar en esta vida o en otra.
La razón añora esta cita, pero la busca por caminos equivocados.
También sus métodos de búsqueda no le sirven.
La razón es inquieta, como el mercurio, corre.
El Amor como el sol irradia y está relativamente quieto, pero de tan obvio y claro no se ve.

La razón tiene como sede el tercer chakra, el intelecto.
El amor, el cuarto chakra, el corazón.
La razón necesita aquietarse para este encuentro con el Amor. Y ceder, respetar lo nuevo, lo que no puede manejar con los métodos habituales, y al aquietarse se convierte en espejo y es irradiada por el Amor que la transforma en Sabiduría. Así, de este encuentro entre la razón y el Amor nace la Sabiduría, que es una razón que tiene las cualidades del Amor, paciencia, no competencia, no juicio.

Lic. Mabel Allerand. "Nos encontramos a las cuatro. Psicología Transpersonal". Talleres Gráficos D&C. Buenos Aires, marzo 2001.

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