jueves, 5 de julio de 2007

Soledad

Hay ocasiones en que mis propias palabras son incapaces de describir mi estado de ánimo. Entonces, suelo recurrir a veces a autores de libros, a poemas que, por arte de magia aparecen en mi vida y que logran transmitir exactamente cómo me siento.

Esta es una de esas ocasiones. En una entrada anterior comenté que había comprado un libro a un hombre que los vendía en la calle. También es el autor. Ese libro lo llevo siempre encima y en momentos de duda, de sentirme alterada o insegura, lo abro al azar y ahí suelo encontrar respuestas, consuelo, paz.

Hoy es uno de esos días y éste es el texto que me ha llegado al alma. es el último capítulo del libro titulado LA SOMBRA, cuyo autor es VICTORIANO RODRÍGUEZ:

LA SOLEDAD

El misterio de encontrarse genera miedo a la soledad, a la incomprensión, a la locura de verse. Después de cierto tiempo alguien que se busca a sí mismo se queda sin muchos a los que contarle la búsqueda. Era una lástima que la mujer que había encontrado, primero como musa y luego como amiga se haya ido a su país, pero hay cosas en el destino de cada uno que no se pueden cambiar. Hay decisiones, que se toman a veces, que son para siempre, aunque en el momento nos pueda la emoción de saber que podremos enfrentar diariamente esa tarea de congeniar con lo eterno. La mujer se dio cuenta que el bloqueo creativo no tenía nada que ver con ocuparse de lo cotidiano. Velar por el cuidado de lo amado era la cosa más simple, pero la más compleja si había el mínimo atisbo de egoísmo. Pueden repetirse los nombres, las fechas, los signos, pero el contenido es siempre diferente. Nosotros somos los que nos encargamos de recrear una y otra vez la realidad que nos circunda. La misma ciudad puede ser un pueblo, un desierto o un conglomerado de gente que no se saluda. Depende de quién la compone, y depende de cómo se compone cada componente. Elegir, desde la desidia o desde la consciencia; desde el amor o desde el egoísmo. ¿Quién no tiene un deseo de ver fuera lo que alguna vez soñó dentro de sí mismo?

Amar es aprender a renunciar a los deseos. Suena simple, pero en la práctica es casi imposible. ¿Cómo será el nombre de aquello que nos borrará las impresiones de vernos libres de las cadenas de desear y anhelar cosas en el mundo?

La anciana cerró el libro una vez más. El conejo ya había vuelto del recorrido del día. Estaba exhausto, parece que muchas personas habían decidido enfrentar el bosque de sus miedos.

La luz del sol se hacía tensión con la noche, y alguien se daba cuenta, alguien comprendía al fin lo que es poder perder para encontrar otra cosa que lo soñado.

La realidad tiene la virtud de regalarnos a diario la posibilidad de apreciar la tensión del amanecer.

3 comentarios:

Mariano Zurdo dijo...

Esa es la magia de la literatura, reconocerse aunque sea mínimamente en lo escrito, encontrar las palabras que te faltan, empatizar con los estados de ánimo.
La otra magia es todo lo contrario, leer lo que nunca te ha pasado, lo que nunca te pasará, e incluso, lo que nunca quieres que te pase.
Por lo que dices de tu estado de ánimo, por el texto que has colgado, me da que estamos más o menos viviendo en los mismos meridianos.
Besitos.

Desesperada dijo...

a mí me pasa tantas veces, leer de pronto algo y pensar, así exactamente me siento!

A través del velo dijo...

Mariano:qué bien lo describes! la verdad es que mis estados de ánimo son bastante variables, incluso suelo tener varios diferentes y aparentemente contradictorios al mismo tiempo. En este texto, lo que más resonó en mí no es tanto el tema de la soledad sino el de la polaridad amor/egoísmo y muy profundamente la frase: "alguien comprendía al fin lo que es poder perder para encontrar otra cosa que lo soñado." Esto es quizás lo que más coincide en estos momentos conmigo: dejar las ilusiones a un lado ya que restringen la realidad. Perder lo deseado para poder encontrar algo que no cabía en mi imaginación.
besos y gracias!!