Ahora iba a empezar a escribir sobre el tercer día de viaje y estaba despistada, descontada en el tema días, no me cuadraban mis cuentas y ya! ya sé lo que me ha pasado. En mi estancia en Marruecos, no conté con el primer día que fue casi todo de viaje y lo que yo contaba como segundo día es en realidad el tercero, es decir el que os voy a relatar.
De la misma manera que el anterior, nos levantamos y disfrutamos del excelente desayuno de Dar Manara que ya conocéis. Decdimos que ya era hora de movernos un poco (sólo un poco) y conocer a fondo la ciudad que nos acogía... bueno, en realidad la medina, ya que el exterior tiene poco interés,y empezar a curiosear en las tiendas, para hacernos una idea de si había alguna cosa que nos gustaría comprar y ver qué tipo de regalitos podíamos llevar a nuestros seres queridos y amigos.
No sé si he comentado alguna vez que me gustan, me apasionan las piedras, los minerales, las gemas. Sabía que en Marruecos podría tener la oportunidad de encontrar ya que hay mucha riqueza mineral, pero también sabía que abundan mucho más en el sur del país que en el norte. Sería cuestión de ver si alguna tienda vendía algo de interés. Si así era, ¡¡ya me veía con la maleta con exceso de equipaje llena de piedras!! Mi madre se desesperaba cuando yo era niña porque llenaba mi habitación con piedras bonitas que encontraba en la montaña y no le permitía tirar ninguna. Para mí son tesoros que la naturaleza crea, de una belleza extraordinaria, y que nos regala, fruto de sus entrañas. Hace unos años descubrí que, además, tienen propiedades terapéuticas. La bomba!! Sólo les faltaba eso para acabar de robarme el corazón!!
Volviendo al viaje: salimos de Dar Manara recorrimos todos los rincones de Asilah. El lugar es precioso, con una fuerte influencia de Al Andalus, calles blancas y azules, arcos, puertas, plantas y flores, la muralla, la playa, las celosías...todo invita a la tranquilidad, al sosiego.
Me sorprendió la limpieza de sus calles. Cada mañana pasan unos hombres con un carro y una escoba de esas hechas con finas ramas de árboles que barren y dejan Asilah impoluta:
La medina vista desde la playa es una auténtica maravilla:
Al mediodía volvimos a comer en el mismo restaurante que el día anterior, el marroquí amigo de Ana, nuestra anfitriona. En esta ocasión, sardinas, que allí, como en Santurce (desde Santurce a Bilbao, vengo por toda la orillaaaa......) son buenísimas. Bueno, en todo el Atlántico, me imagino.
Y.... lo adivináis?? tras tan rico ágape, se imponía una siesta... en la haima!!! Y para allí nos fuimos!! Realmente, volver a Dar Manara me daba topa la sensación de volver a casa. Paso por la habitación Rosa, cambio de ropa a más cómoda, si cabe y, cojines para qué os quiero!! Seguimos en nuestra tónica de dormitar, charlar, escribir, leer.... auténticas vacaciones, vamos!!!
Al entrar en Dar Manara, mientras Isa se iba directamente a la terraza, yo me entretuve a hablar con Ana en su despacho. No sé cómo fue, pero sé que acabé narrándole el episodio de la muerte del padre de mis hijos y las dificultades que he ido superando a partir de ese momento. Me puse a llorar y me pude dar cuenta de varias cosas:
- Aún tengo dolor en mi interior. El recuerdo de los hechos concretos y de todo lo que ocurrió aquel día me emociona y me llena de tristeza.
- Pude hacer una mirada retrospectiva a mi recorrido desde entonces y darme cuenta de los logros que he ido consiguiendo en mi vida ante tanta dificultad como se me presentó. Me siento orgullosa por ello.
- Ana está ahí, cerca, a mi lado, pase lo que pase, sin tiempo ni distancia. Ella me abrazó tiernamente y me hizo sentir su PRESENCIA.
Y de ahí a la jaima, a reunirme con Isa y con el descanso.
Ana nos comentó que al día siguiente se iba su hijo, que había estado pasando unos días en la casa y que estaría encantada si los acompañábamos en la cena de despedida, esa misma noche, en la terraza. Había encargado comida típica marroquí a su amigo del restaurante. Aceptamos, evidentemente.
Tras una tarde de descanso total y absoluto, ayudamos a Ana a montar la mesa para la cena: pastela y cous-cous. La pastela es una especie de empanada gallega, con una pasta parecida al hojaldre, rellena de pollo y verduras. Buenísimo. A media cena cayeron 4 gotas de lluvia, algo insólito en esa época en Marruecos. La verdad es que no hemos pasado nada de calor y el clima nos ha acompañado a la perfección en todos y cada uno de los días de nuestra estancia. Tras la cena, sobremesa, haima y una interesantísima conversación con Ana e Isa. Ana y yo teníamos pendiente encontrarnos en algún momento para compartir una buena charla sobre nuestras vidas hasta el momento del encuentro (aunque en parte lo habíamos hecho por correo electrónico en los años en los que no nos hemos visto) y sobre temas de interés común que son los que en su momento nos hicieron descubrir la profunda conexión que tenemos. Esa noche tuvimos la oportunidad de una primera charla, compartida con Isa.
Nos fuimos a dormir. En la madrugada llovió con fuerza. Yo no me enteré. Dormía profundamente.
Fin del tercer día.
FACHADA DE DAR MANARA
7 comentarios:
Me estoy volviendo loca porque he publicado esta entrada decenas de veces y cuando abro la página principal, no aparece.... a ver si ahora dejando un comentario, permanece....
yo lo veo siempre, tranquila. un bico.
aish!! gracias Desesperada, veo que ahora sí que se ha quedado!!!
besitos
Sigo leyendo. Y encantado.
Besitos.
Realmente lo que inspiran tus comentarios y las fotografías es SOSIEGO con mayúsculas. ¡Qué rincón de mundo tan precioso!
Y bravo por tu coraje.
;-)
Petons
vengo de ver las fotos que ha publicado viguetana, y te tengo que decir casi lo mismo que a ella!por Dios que belleza de fotos, que belleza de lugar! tengo ganas de viajar.
Gracias por compartir tu viaje Ana.
besos
Me voy mañana de vacaciones. A la vuelta me pondré al día del resto de las vacaciones y demás entradas.
Besitos/azos.
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