Es una sensación, fugaz, difícilmente descriptible y que ha dejado una huella imborrable. No la voy a perseguir, no voy a intentar recuperarla, sé que cuánto más lo intente más se alejará. Es sencillamente serena, plena, confiada, relajante, presente. Es la soledad más aceptada, más buscada, la que irradia plenitud, es la que quiere transmitir la carta del Ermitaño en el tarot, el que encuentra su propia luz, el que vive en su cueva y sólo sale cuando le apetece, el que comparte por ganas de compartir, nunca por necesidad; es el que brilla por sí mismo, al que poco le importa lo que piensen los demás, el que sigue su camino, paso a paso, sólo o acompañado, tanto le da.
La tuve ayer por la noche y desapareció. La neura es la neura y es poderosa. El ego siempre encuentra resquicios por los que infiltrarse cuando se ve amenazado.
Pero ya la he probado, la he sentido, la he vivido. Sé que volverá. No sé cuándo ni cómo, esas cosas siempre llegan por sorpresa, cuando menos lo espero.
Volverá.
2 comentarios:
Como fiel coleccionista y creyente de sensaciones efímeras, tu post me ha llegado muy dentro. Gracias por ello, y si, volverá. Y todo debe de ser así, lo mejor y lo peor, con idas y vueltas, en su justo momento ...
Que bonita entrada Ana ...
Petonets!
Wilde: has dado en el clavo y has captado perfectamente lo que quería transmitir... plas, plas, como dices tú!!! Todo debe ser así, en su justo momento... esa es exactamente la sensación que tenía, una sensación de que todo está bien, en su justo lugar y momento.
Gracias!!!!
Un beso
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